LA POLÍTICA Y LA PAZ
“La buena política está al
servicio de la paz”. Ese es el tema elegido por el papa Francisco para la 52 Jornada Mundial de la Paz, que tendrá lugar el día 1 de enero de
2019.
Según el Papa, “si se lleva a cabo en el respeto
fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, la política
puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad”.
Bien sabemos que la caridad es la reina de las
virtudes. Pues bien, todo político, sea
cual sea su procedencia cultural o religiosa, está llamado a practicar las
virtudes humanas: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la
honestidad, la fidelidad.
Oportunamente el Papa recuerda las “bienaventuranzas del
político”, propuestas por el venerado cardenal vietnamita François-Xavier Nguyễn
Vãn Thuận, que tantos años pasó en la cárcel:
“Bienaventurado el político que tiene una alta
consideración y una profunda conciencia de su papel.
Bienaventurado el político cuya persona refleja
credibilidad.
Bienaventurado el político que trabaja por el bien común
y no por su propio interés.
Bienaventurado el político que permanece fielmente
coherente.
Bienaventurado el político que realiza la unidad.
Bienaventurado el político comprometido en llevar a cabo
un cambio radical.
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
Bienaventurado el político que no tiene miedo”.
Claro que junto a las virtudes que distinguen a la buena
política no faltan los vicios, que ponen en peligro la paz social.
Entre ellos, el Papa menciona “la corrupción, la negación
del derecho, el incumplimiento de las normas comunitarias, el enriquecimiento
ilegal, la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto
arbitrario de la razón de Estado, la tendencia a perpetuarse en el poder, la
xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación
ilimitada de los recursos naturales por un beneficio inmediato, el desprecio de
los que se han visto obligados a ir al exilio”.
Es cierto que la política, como
la esperanza, es una flor que nace entre las rocas. “Si se traduce en un estímulo de los jóvenes talentos y de las vocaciones
que quieren realizarse, la paz se propaga en las conciencias y sobre los
rostros”.
Cuando reconoce los carismas y las capacidades de cada
persona, la política genera una confianza recíproca y favorece la paz. Pero ya vemos que no es fácil la confianza en
este tiempo marcado por el miedo al otro o al extraño y por el miedo a perder
beneficios personales. No es fácil, pero no es imposible.
Hoy más que nunca, necesitamos “artesanos de la paz”.
Tras recordar a los grupos amenazados por el miedo, como los migrantes y los
niños, el Papa nos exhorta a una conversión del corazón que nos lleve a
promover la paz con nosotros mismos, con los demás y con la creación
entera.