PROFETAS Y
ENVIADOS
“Vidente, vete y
refúgiate en tierra de Judá: come allí tu pan y profetiza allí”. No es muy
educado este saludo que Amasías dirige al profeta Amós, según se lee en este
domingo 15 del tiempo ordinario (Am 7,12-15). Se ve que el sacerdote Amasías no
quería que las gentes que acudían al santuario de Betel se vieran perturbadas
por aquel pastor llegado del sur.
Pero hay algo
más inquietante. Amasías, recuerda que aquél es un santuario real, “el templo
del país”. El reino del norte se ha
independizado del reino de Judá. El poder oficial no quiere saber nada del
templo de Jerusalén y favorece el culto y los sacrificios de los santuarios
“autonómicos”. La política no acepta de buena gana a la profecía.
Pero Amós
replica con toda franqueza. Él no es un profeta ni presume de serlo. Es tan
solo un pastor y cultivador de higos. Pero Dios lo ha enviado a proclamar un
mensaje de conversión en las tierras del norte y él no puede guardar silencio. Es bien consciente de la fidelidad que debe
al Señor que lo ha enviado.
TRES
ACTITUDES
Del envío habla
también el evangelio que hoy se proclama (Mc 6,7-13). Ahora es Jesús quien
elige y envía a sus mensajeros, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.
Amós fue rechazado por el poder establecido y por la corrupción que generaba.
También los discípulos de Jesús saben que a veces no serán recibidos ni
escuchados.
Al enviarlos de
dos en dos, Jesús instruye a sus discípulos y les advierte, al menos, de tres
cualidades que deberán acompañarlos por el camino:
• En primer
lugar, la pobreza. Habrán de caminar ligeros de equipaje. Les
basta llevar lo más elemental. Anunciar el mensaje con pobreza facilitará la
rapidez de sus movimientos.
• En segundo
lugar, la sencillez. Habrán de aceptar con gratitud el hospedaje que se les
ofrezca. No tienen derecho a sentirse importantes. No pueden exigir nada.
• En tercer
lugar, la valentía y la libertad. El
anuncio de un mensaje interpelante hará que los ignoren y rechacen. Habrán de estar dispuestos a seguir su camino
sin resentimiento.
UNA
TRIPLE TAREA
Tras
explicar el estilo que ha de acompañar a los enviados, Jesús les expone el
objeto mismo del envío. Una triple lección, válida también para los evangelizadores
de hoy.
•
Los discípulos salieron a predicar la conversión. Es importante hablar siempre de
Dios. Y es totalmente necesario exponer a los hombres la voluntad de Dios. Y
exhortarlos a conocerla, a seguirla y a dar testimonio de ella.
•
Los discípulos expulsaron demonios. Según el papa Francisco, el diablo no es
“un mito, una representación, un símbolo, una fugura, o una idea” (Gaudete et exsultate, 161). Esa es la
mayor trampa del demonio. Así que hay que prepararse para el combate.
•
Los discípulos ungían con aceite a los enfermos y los curaban. En este mundo, desgarrado
por el dolor y el sufrimiento, muchos necesitan una curación integral. Los
creyentes somos enviados a llevar el consuelo y la compasión de Dios a todos
los que sufren.
-
Señor Jesús, te damos gracias por habernos elegido, instruido y enviado a
anunciar a nuestros hermanos tu palabra de vida y de salvación. Danos la
valentía y la ternura necesarias para hacer presente en esta tierra a nuestro
Padre misericordioso. Amén.
José-Román
Flecha Andrés