MANSO Y HUMILDE
“Alégrate, hija de Sión;
canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso,
modesto y cabalgando en un asno” (Zac 9,9). La modestia y humildad del futuro
rey que anuncia el oráculo del Señor es evidente. Su asno se contrapone a los
carros de Efraim, a los caballos de Jerusalén y a los arcos de los
guerreros.
A la modestia del rey prometido se opone la soberbia y
la violencia de los impostores. Los dictadores del pasado y del presente suelen
imponer la paz de los cementerios. Según el profeta, ese rey del futuro dictará
la paz a las naciones. Una paz basada en la justicia que respeta la vida, no en
las armas que siembran la muerte.
Pero ese contraste no es solo político y social. No se
da solo en nuestro ambiente: se reproduce también en nuestras opciones
personales. Así que, escuchando el
mensaje de San Pablo, tratamos de vivir según el Espíritu, para dar muerte a
las obras de la carne (Rom 8,13).
TRES INVITACIONES
La primera parte del evangelio contiene una oración de
Jesús que recuerda el cántico de María. Jesús da gracias al Padre. Reconoce que
él se complace en los humildes y pequeños. Y confiesa su íntima vinculación con
el Padre celestial (Mt 11,25-30).
En la segunda parte del texto hay una exhortación de
Jesús a los discípulos y una invitación a los que admiramos sus gestos y sus
palabras. Esta exhortación-invitación se expresa en tres verbos en imperativo:
venid, cargad y aprended. Pero las acciones a las que se invita al discípulo incluyen
también una promesa por parte de Jesús.
• “Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados y yo os aliviare”. La vida cristiana nace de esa invitación del que
nos conoce y sabe de nuestra insatisfacción. Pero el cristiano sabe que su
decisión de acercarse a Jesús no quedará defraudada. El Señor es alivio para
nuestra fatiga. Es consuelo para nuestro desaliento. Es plenitud para nuestra
carencia.
• “Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso”. Llevar el yugo es
sentirse vinculados a él en la misma tarea. Esa solidaridad en la misión resume
la actitud y el contenido mismo de la lección que el discípulo ha de aprender.
Una lección de humildad que es prenda y garantía de descanso.
DOS REVELACIONES
Además, no podemos olvidar que el evangelio de hoy
contiene dos revelaciones igualmente importantes. Jesús se muestra como el
puente entre el Padre y los hombres.
• “Todo me lo ha entregado mi Padre”. La primera
revelación tiene una orientación vertical. Cierra la oración de Jesús y nos
muestra la razón de su confianza. En su unión con el Padre comparte con Él el
mismo plan de salvación. Conoce el corazón amoroso del Padre y asume la misión
de descubrirlo a los hombres.
• “Mi yugo es llevadero y mi carga ligera”. La segunda
revelación nos abre a la dimensión horizontal de la misión de Jesús. Cierra la
invitación que dirige a sus discípulos. Él no trata de oprimirlos. Quien sigue
a Jesús no puede ignorar que se une a él en la misma tarea. Pero ha de saber
que el Maestro no le impone una carga imposible de llevar.
- Señor Jesús, enséñanos a orar como orabas tú.
Agradecemos sinceramente que comprendas nuestro cansancio y nos ofrezcas tu
alivio. Tu vos nos llevas a acompañarte por el camino, sabiendo que encontraremos
en ti el descanso que esperamos. Amén.
José-Román
Flecha Andrés