LA
ENTREGA Y LA CONFESIÓN
“Me mirarán a mí, a quien traspasaron” Esas palabras están tomadas del texto de
Zacarías que hoy se lee en la celebración
de la Eucaristía (Za 12, 10-11. 13,1). El profeta transmite un oráculo
del Señor en el que se anuncia en primer lugar la liberación del pueblo judío,
cautivo en Babilonia, y después la renovación de Jerusalén.
Por
una parte se promete una actución de la justicia de Dios contra todos los
pueblos que destruyeron a Jesusaén y deportaro a sus habitantes. Al mismo
tiempo se promete un espíritu de gracia y clemencia sobre los habitantes de
Jerusalén. Es la inversión de las suertes, como la que reflejará la parábola
del pobre Lázaro y el rico que lo ignoraba durante la vida.
Pues
bien, en ese contexto se incluye una frase misteriosa: “Me mirarán a mí, a
quien traspasaron”. Los divErsos significados que puede adquirir coinciden en
algo importante. El sacrificio del Siervo de Dios se convierte en fuente de
salvación. Al contemplar a la víctima, las gentes podrán arrepentirse y
alcanzar misericordia.
LA
IMAGEN DEL TRASPASADO
En
su carta a los Gálatas, san Pablo nos reuerda que los que nos hemos
incorporadoa Cristo por el bautismo, nos hemos revestido de Cristo (Gál 3, 27).
En nosotros, Dios construye la nueva Jerusalén. Gracias a su misericordia,
podemos vivir en la fe y en la esperanza, dando frutos de comunión fraterna
entre las personas y los pueblos.
Pero
el eco de la primera lectura no se desvanece en el aire. No olvidamos la imagen
del traspasado. Sabemos que ha sido aplicada por el evangelio de Juan a Jesús
crucificado y traspasado por la lanza de un soldado: “Mirarán al que
traspasaron”.
En
el evangelio que hoy se proclama, Jesús anuncia su pasión y muerte: “El Hijo
del hombre tiene que padecer mucho. Ser desechado por los ancianos, sumos
sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día” (Lc 9,22).
Evidentemente la muerte de Jesús no había de ser un simple accidente de
trabajo.
PREGUNTAS
Y RESPUESTAS
Esa profecía de
Jesús no ha surgido de improviso. El evangelio la coloca inmeditamente después
de unas preguntas fundamentales que Jesús dirige a sus discípulos.
• “¿Quién dice la gente que soy yo?”. No era difícil
responder. Bastaba con prestar atención a los comentarios de la gente que se
iban encontrando con Jesús. Todo lo identificaban con algún profeta. Como los
antiguos profetas, Jesús hablaba en nombre de Dios. E invitaba a su pueblo a la
conversión.
• “Y vosotros, quién decir que soy yo?”. Esta segunda
pregunta era una interpelación directa a la fe de sus discípulos. Ante esas
palabras, ellos tendrian que reflexionar y decirse a sí mismo qué esperaban de
Jesús y por qué lo estaban siguiendo. Esa pregunta se nos dirige a los
creyentes de todos los tiempos.
• “Eres el Mesías de Dios”. Así respondió Pedro en
nombre de todos. Si la primera respuesta de los discípulos requeria una cierta
información sobre las opiniones de la gente, esta segunda respuesta comporta la
confesión personal de la fe en la identidad y la misión de Jesús, el Ungido de
Dios. Ante esa respuesta, Jesús revela su futuro de entrega y de muerte.
Señor Jesús, traspasado por nosotros, a ti se vuelve
nuestra mirada. Agradecemos tu entrega y tu muerte redentora. Y nos comprometemos
a confesarte como Mesías y Señor. ¡Bendito seas por siempre!
José-Román Flecha
Andrés