CON MARÍA JUNTO AL ENFERMO
Confiar en Jesús misericordioso como María:
“Haced lo que Él os diga”
(Jn 2,5) Ese es el lema del mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial
del Enfermo. Como es habitual se celebrará el día 11 de febrero. Pero este año
2016 tendrá como escenario la ciudad de Nazaret, en Tierra Santa.
Aprovechando esa circunstancia. El Papa nos recuerda el episodio evangélico
de las bodas de Caná. En aquella ocasión, ante la falta del vino, la atención
de María hizo posible el primero de los signos obrados por su Hijo Jesús.
Cabe preguntarse qué
enseñanza nos proporciona aquel acontecimiento con relación a la Jornada Mundial del Enfermo. Pues bien, el
Papa responde a esta pregunta, invitándonos a fijar nuestra atención en tres
protagonistas del relato evangélico.
1. En primer lugar está
María. En ella “tenemos una Madre con ojos vigilantes y compasivos, como los de
su Hijo; con un corazón maternal lleno de misericordia, como Él; con unas manos
que quieren ayudar, como las manos de Jesús, que partían el pan para los
hambrientos, que tocaban a los enfermos y los sanaba”.
Hay una frase del Papa
que vale por un discurso: “En la solicitud de María se refleja la ternura de
Dios”. Pues bien, esa ternura de María
se refleja y ha de reflejarse en los sentimientos y en las personas que “se encuentran junto a los enfermos y
saben comprender sus necesidades, aún las más ocultas, porque miran con ojos
llenos de amor”.
2. El puesto central del
relato corresponde obviamente a Jesús.
“Él es Aquel que socorre al que está en dificultad y pasa necesidad. En efecto,
en su ministerio mesiánico curará a muchos de sus enfermedades, dolencias y
malos espíritus, dará la vista a los ciegos, hará caminar a los cojos,
devolverá la salud y la dignidad a los leprosos, resucitará a los muertos y a
los pobres anunciará la buena nueva (cf. Lc 7,21-22)”.
En el día de hoy la
actividad de la Iglesia y la presencia afectiva y efectiva de los que siguen a
Jesús ha de manifestar “no sólo el poder mesiánico de Jesús sino también su
misericordia”.
3. Además de Jesús y de su
Madre, en Caná estaban también los «sirvientes». Estos personajes anónimos del Evangelio “no
sólo obedecen, sino que lo hacen generosamente… Se fían de la Madre, y con
prontitud hacen bien lo que se les pide, sin lamentarse, sin hacer cálculos”.
También hoy, es
impagable la profesionalidad y la cercanía de tantas personas que mantienen la
esperanza de los enfermos, alivian sus dolores y hacen posible su reinserción
en la comunidad.
Según el Papa
Francisco, cada vez que se ayuda
discretamente a quien sufre, o cuando se está enfermo, se tiene la ocasión de
cargar sobre los propios hombros la cruz de cada día y de seguir al Maestro
(cf. Lc 9,23); y aún cuando el encuentro con el sufrimiento sea siempre un
misterio, Jesús nos ayuda a encontrarle sentido”.
En este año, María de
Nazaret nos enseña a llevar la ternura de Dios a todos nuestros hermanos que sufren.
José-Román Flecha Andrés