martes, 16 de febrero de 2016

CADA DÍA SU AFÁN. 20 de febrero de 2016

OBRAS DE MISERICORDIA EN EL CAMINO JUBILAR

 El mensaje que el Papa Francisco nos ha dirigido para la cuaresma de este Año Santo de la Misericordia podría ser resumido en estos cinco puntos.
1. En primer lugar, recordamos la misericordia de Dios con Israel.  “Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar sobre su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad”.
2. En un segundo momento, el Papa  evoca la figura de María de Nazaret.  “Después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el ángel Gabriel, canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido”. Prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo. 
3. Después, Dios derrama su misericordia sobre Hijo hecho hombre, hasta   hacer de él la «Misericordia encarnada». En cuanto hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel y encarna la escucha perfecta de Dios que se pide a todo judió en el texto del Shemà: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5).
Sobre todo, la misericordia divina se ha manifestado en Jesucristo muerto y resucitado.  “En  Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él”. 
4. Ahora bien, la misericordia de Dios se irradia también en la vida de cada uno de nosotros, “impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales”. Por estas obras  nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos. Gestos de ayuda a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu. Sobre esos gestos seremos juzgados por el Señor.
Recordando la parábola evangélica del rico y el pobre Lázaro, el Papa Francisco nos exhorta a ver al pobre que vive a nuestro lado y a reconocer mestra propia pobreza. Esa miseria que nos lleva a usar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino para hacernos olvidar que no somos más que pobres mendigos.  
5. La Cuaresma de este Año Jubilar es un tiempo favorable para salir de nuestra pobretería espiritual gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia.  Tocando en el pobre la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la luz para percibir que él mismo es un pobre mendigo.  Sólo en este amor se calma la sed de felicidad y de amor que pensamos poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Así pues, no perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión.

                                                                  José-Román Flecha Andrés