Jesús resucitado y los apóstoles en el lago de Tiberiades,
fresco de la Basílica de Sant’Angelo in Formis, Capua, Italia
VIERNES I
Hch
4,1-12
Jn
21,1-14
ABRIL 10
Después
de esto, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del lago de
Tiberias. Sucedió de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que
llamaban el Gemelo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo
y otros dos discípulos de Jesús. Simón Pedro les dijo: “Me voy a pescar”. Ellos
contestaron: “Nosotros también vamos contigo”. Fueron, pues, y subieron a una
barca; pero aquella noche no pescaron nada. Cuando comenzaba a amanecer, Jesús
se apareció en la orilla, pero los discípulos no sabían que fuera él. Jesús les
preguntó: “Muchachos, ¿no habéis pescado nada?”. “Nada” -le contestaron. Jesús
les dijo: “Echad la red a la derecha de la barca y pescaréis”. Así lo hicieron,
y luego no podían sacar la red por los muchos peces que habían cogido. Entonces
aquel discípulo a quien Jesús quería mucho le dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”
Apenas oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa, y
se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron a la playa con la barca, arrastrando
la red llena de peces, pues estaban a cien metros escasos de la orilla. Al
bajar a tierra encontraron un fuego encendido, con un pez encima, y pan. Jesús
les dijo: “Traed algunos peces de los que acabáis de sacar”. Simón Pedro subió
a la barca y arrastró hasta la playa la red llena de grandes peces, ciento
cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
“Venid a comer”. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era,
porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó en sus manos el pan y se
lo dio; y lo mismo hizo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se
apareció a sus discípulos después de haber resucitado.
Preparación: La peregrina Egeria viajó en el
siglo IV desde el noroeste de España a la Tierra Santa. En sus notas escribe
que a la orilla del lago de Galilea se puede ver la piedra sobre la que Jesús
preparó el desayuno a siete de sus discípulos. Esta tercera aparición nos lleva
a interrogarnos sobre nuestra vocación cristiana.
Lectura: Tras la curación del paralítico y
el discurso de Pedro, los grupos sacerdotales se muestran “indignados de que
enseñaran al pueblo y anunciaran la resurrección de los muertos por el poder de
Jesús”. Por el nombre del Resucitado puede caminar el paralítico al que ha
curado Pedro. El texto evangélico que hoy se proclama recuerda “la tercera vez
que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitado”. El relato
contiene muchos detalles que unen esta experiencia al primer encuentro de Jesús
con sus discípulos. Los discípulos parecen haber olvidado al Maestro y, en
consecuencia, su propia misión. Pero la Resurrección supone un nuevo comienzo.
Meditación: Jesús va a buscar a sus discípulos
al lago, donde los había encontrado y llamado en otro tiempo. Si parecían
desencantados y decididos a regresar a su profesión de pescadores, el Señor les
recuerda la misión que les había confiado. De nuevo se hace evidente el fracaso
de los pescadores y el señorío de Jesús sobre el mar. “Muchachos, ¿no habéis
pescado nada?”. “Nada” -le contestaron-. Jesús les dijo: “Echad la red a la
derecha de la barca y pescaréis”. Y de nuevo Jesús está dispuesto a compartir
la comida con los suyos. Realmente, como afirma el salmo, “la piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular” (Sal 117).
Oración: Señor Jesús, tu conoces nuestros
desalientos y fracasos. Te reconocemos resucitado y vivo entre nosotros. Que tu
presencia nos ayude a redescubrir nuestra misión y a ser fieles a nuestra
vocación de discípulos. Amén.
Contemplación: Hoy nos situamos a orillas del
lago de Galilea, junto a la capilla que recuerda el diálogo de Jesús con Simón
Pedro, al que encomienda su rebaño. A la tenue luz del amanecer, también
nosotros contemplamos a Jesús que nos espera en la orilla. En nuestra vida hay
muchos momentos en los que nos cuesta reconocerlo. Necesitamos que alguien nos
susurre al oído: “¡Es el Señor!” Él nos busca. Él nos necesita. Él confía en
nosotros y quiere encomendarnos la misión de anunciar su presencia y su mensaje.
Acción: Hoy hemos de leer de nuevo este
capítulo 21 del evangelio de Juan. Preguntémonos a quién podemos ayudarle a
descubrir que “es el Señor” quien se acerca a su vida y le espera.
José-Román Flecha Andrés