SÁBADO I
Hch
4,13-21
Mc
16,9-15
ABRIL 11
Jesús,
después de resucitado, al amanecer el primer día de la semana, se apareció
primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue y
lo comunicó a los que habían andado con Jesús, que entonces estaban tristes y
llorando. Al oírla decir que Jesús vivía y que ella le había visto, no la
creyeron. Después se apareció Jesús, bajo otra forma, a dos de ellos que
caminaban dirigiéndose al campo. Éstos fueron y lo comunicaron a los demás,
pero tampoco a ellos les creyeron. Más tarde se apareció Jesús a los once
discípulos, mientras estaban sentados a la mesa. Los reprendió por su falta de
fe y su terquedad, porque no habían creído a los que le habían visto
resucitado. Y les dijo: “Id por todo el mundo y anunciad a todos la buena
noticia”.
Preparación: Durante esta primera semana de
Pascua, la liturgia recuerda una y otra vez a los hermanos que han recibido el
bautismo en la vigilia pascual. En la primera oración de la misa de este sábado
pedimos a Dios por los que ha elegido como miembros de su Iglesia, “para que,
quienes han renacido por el bautismo, obtengan también la resurrección
gloriosa”.
Lectura: Las lecturas de la misa de hoy
evocan la responsabilidad del anuncio del mensaje cristiano. Según la primera
lectura, los dirigentes de los judíos deciden prohibir a Pedro y a Juan que
vuelvan a mencionar el nombre de Jesús. Pero los apóstoles responden: “Nosotros
no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído”. También el evangelio
evoca la decisión con la que María Magdalena comunica a los discípulos de Jesús
la buena noticia de la resurrección de su Maestro. También se alude a los
discípulos de Emaús. En las palabras con que concluye el evangelio de Marcos,
se recuerda el encargo de hablar para extender el evangelio: “Id por todo el
mundo y anunciad a todos la buena noticia”.
Meditación: Al terminar esta primera semana de
Pascua nos queda muy claro que la vida y la obra de Jesús no han concluido. Los
que le han seguido han de transmitir su mensaje, aun a pesar de las
dificultades. En su exhortación La
alegría del Evangelio, nos dice el Papa Francisco: “El discípulo sabe dar
la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero
su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y
manifieste su potencia liberadora y renovadora” (n.24).
Oración: Padre nuestro, “tú que, por la
resurrección de tu Hijo, quisiste iluminar el mundo, haz que tu Iglesia difunda
entre todos los hombres la alegría pascual”. Por Jesucristo, nuestro Señor
Resucitado que vive por los siglos. Amén.
Contemplación: Hoy contemplamos a Jesús enviando
a sus discípulos a anunciar el evangelio a todas las gentes. No será fácil esa
tarea. No fue fácil ya en los principios. María Magdalena no es creída por los
discípulos a los que se dirige en la mañana de Pascua. Los discípulos de Jesús
lo habían escuchado por el camino y lo habían reconocido al partir el pan. Pero
tampoco a ellos creen los discípulos reunidos en Jerusalén. A su vez, Pedro y
Juan serán rechazados por los judíos. Dos ideas se imponen en este día. Que los
cristianos no tengamos que ser reprendidos por nuestra falta de fe. Y que no
dejemos de anunciar el mensaje de Jesús.
Acción: Preguntarnos cómo y en qué
ambientes podemos nosotros anunciar el evangelio de Jesús resucitado.
José-Román Flecha Andrés