El Resucitado de Juan de Juni
Domingo
de Resurrección
Hch
10,34a.37-43
Col
3,1-4
Jn
20,1-9
ABRIL 5
En
aquel tiempo Pedro comenzó entonces a hablar, diciendo: “Vosotros ya sabéis lo
que pasó en toda la tierra de los judíos, comenzando por Galilea, después de
que Juan proclamara que es necesario bautizarse. Sabéis que Dios llenó de poder
y del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y que éste anduvo haciendo el bien y
sanando a cuantos sufrían bajo el poder del diablo, porque Dios estaba con él.
Y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de Judea y en
Jerusalén. Después lo mataron colgándolo de una cruz; pero Dios le resucitó al
tercer día e hizo que se nos apareciera a nosotros. No se apareció a todo el
pueblo, sino a nosotros, a quienes Dios había escogido de antemano como
testigos. Nosotros comimos y bebimos con él después que resucitó, y él nos
envió a anunciar al pueblo que Dios le ha puesto como Juez de vivos y muertos.
Todos los profetas habían hablado ya de Jesús y habían dicho que quienes creen
en él reciben por su mediación el perdón de los pecados”.
Col
3,1-4
Hermanos,
ya que habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas del cielo, donde
está Cristo sentado a la derecha de Dios. Pensad en las cosas del cielo, no en
las de la tierra. Pues vosotros habéis muerto, y ahora vuestra vida está
escondida con Cristo en Dios. Cristo es vuestra vida. Cuando él aparezca,
vosotros también apareceréis con él y tendréis parte en su gloria.
Jn
20,1-9
El
primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando
todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Corrió
entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús
quería mucho, y les dijo: “¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos
dónde lo han puesto!”. Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó
primero al sepulcro. Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró.
Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí
las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza
de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces
entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y
vio lo que había pasado y creyó. Y es que todavía no habían entendido lo que
dice la Escritura, que él tenía que resucitar.
Preparación: “Hay cristianos cuya opción parece
ser la de una cuaresma sin Pascua”. Así ha escrito el Papa Francisco en su
exhortación La Alegría del Evangelio
(n.6). La Cuaresma nos ha ido preparando para aceptar la cruz de Jesucristo y para seguirle por el
camino. El tiempo de Pascua nos ha de ayudar a vivir con el Señor una vida
resucitada. Así lo canta el himno: “Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!,
despierta tú que duermes, y el Señor te alumbrará”.
Lectura: Durante el tiempo de Pascua vamos
a leer el libro de los Hechos de los
Apóstoles. El discurso de Pedro
que hoy se lee no es una lección sobre ideas abstractas. Es un testimonio de
vida: “Nosotros comimos y bebimos con él después que resucitó, y él nos envió a
anunciar al pueblo que Dios le ha puesto como Juez de vivos y muertos”. También
el evangelio nos refiere el testimonio de Pedro y el discípulo amado del Señor.
No encontraron a Jesús en el sepulcro. La constatación de la ausencia del Señor
motiva el crecimiento en la fe. Si el Señor no está entre los muertos, eso
implica que su vida entera ha de ser releída con ojos de fe.
Meditación: La carta a los Colosenses contiene
una exhortación a vivir como
resucitados: “Hermanos, ya que habéis sido resucitados con Cristo, buscad las
cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Pensad en las
cosas del cielo, no en las de la tierra”. De hecho, por el bautismo hemos
muerto a una vida de pecado y a un mundo de pecado. Cristo es ya ahora nuestra vida. Pero,
además, su vida es semilla y promesa de
una vida sin término: “Cuando él aparezca,
vosotros también apareceréis con él y tendréis parte en su gloria”.
Oración: Señor Jesús, resucitado de entre
los muertos, te damos gracias porque con tu resurrección renuevas
en nosotros el don de la fe y nos ayudas a vivir en la esperanza, que es
fortalecida por el amor. Amén. Aleluya.
Contemplación: Hoy contemplamos el sepulcro vacío
de Jesús. Nos llama la atención que
el evangelio repita tantas veces que tanto María Magdalena como los dos
discípulos “vieron” el sepulcro vacío y las vendas que habían envuelto el
cuerpo de Jesús. También nosotros en
este día de Pascua somos invitados a “ver” con los ojos de la fe el misterio del
Señor Resucitado. Y repetimos una y otra vez uno de los himnos pascuales: “La
mañana celebra tu resurrección y se alegra con claridad de Pascua. Se levanta
la tierra, como un joven discípulo en tu búsqueda, sabiendo que el sepulcro
está vacío ”.
Acción: Releemos con atención el texto del
evangelio que hoy se proclama y también la “secuencia” que precede a su lectura
en la celebración de la Eucaristía.
José-Román Flecha Andrés