jueves, 11 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA-VIERNES 2ª SEMANA DE ADVIENTO.B


Is 48,17-19: “Yo, el Señor tu Dios, te guío por el camino”
Mt 11,16-19: “¿A quién se parece esta generación?”

DICIEMBRE 12

En aquel tiempo dijo Jesús: “¿A qué compararé la gente de este tiempo? Es comparable a los niños que se sientan a jugar en las plazas y gritan a sus compañeros: Tocamos la flauta, y no bailasteis; cantamos canciones tristes, y no llorasteis. Porque vino Juan, que ni come ni bebe, y dicen que tiene un demonio. Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen que es glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de los que cobran impuestos para Roma. Pero la sabiduría de Dios se demuestra por sus resultados”.


Preparación: De nuevo aparece en el evangelio de hoy la figura de Juan el Bautista. Esta vez se menciona para evocar un estilo de vida un poco distinto al de Jesús. Pero no se trata de comparar su modo de ser, sino de preguntarnos  por qué rechazamos la palabra de Dios que nos trae la salvación.  Como ha dicho el Papa Francisco el 12 de abril de 2013, “la Palabra de Dios es el alma de la teología  y, a la vez, inspiradora de toda la existencia cristiana”

Lectura: La lectura del profeta Isaías que hoy se proclama nos presenta a Dios como maestro y guía de su pueblo: “Yo el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues”. El texto deja entrever  la infidelidad de las gentes que, en realidad, se vuelve contra ellas. Así reprende Dios a su pueblo: “Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río”. También en el Evangelio se oye una queja de Jesús contra las gentes de su generación. Se parecen a los niños insatisfechos que no siguen juego alguno. A Juan Bautista lo rechazaron porque su austeridad no les parecía humana. A Jesús lo rechazan porque les parece demasiado humano. No pueden ni quieren reconocer en él al Mesías de Dios.  En el fondo Jesús les pregunta qué profeta tiene que enviar Dios  pasra responda a los deseos de su pueblo.

Meditación: Dios es nuestro Maestro y nuestro guía. Es nuestro Salvador. Si escuchamos su palabra podremos superar lo peor de nosotros mismos. Pero nuestro pecado consiste precisamente en ignorar esa palabra salvadora. Para no escuchar la palabra de Dios comenzamos por desprestigiar a los mensajeros que él nos envía. Ninguno de ellos nos parece acertado. Tratamos de acomodar a nuestros  gustos e intereses el mensaje del profeta, en lugar de corregir nuestra conducta de acuerdo con ese mensaje. Al despreciar a los mensajeros que nos son enviados estamos juzgando al Señor que los envía  hasta nosotros.

Oración: Padre de los cielos, sabemos que tu palabra es “lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro sendero” (Sal 119, 105). No nos dejes caer en la tentación de despreciar al mensajero para  rechazar  así tu palabra. Y ayúdanos a prepararnos para acoger a la palabra que se hace carne y viene a habitar entre nosotros. Amén.

Contemplación: Hoy contemplamos a un Jesús que parece desalentado al ver el comportamiento de su propio pueblo. En el salmo con que solemos iniciar la oración litúrgica se nos pide que, al escuchar la voz de Dios, no endurezcamos el corazón (Sal 95, 8). En este itinerario del Adviento deseamos prepararnos para acoger al Verbo de Dios que se hace carne y contemplar la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad (Jn 1,14). Damos gracias al contemplar el futuro de esperanza que Dios abre ante cada uno de nosotros. Dios quiere que Lo aceptemos como Padre. Jesús es el camino. Jesús nos ofrece su perdón y nos devuelve la capacidad de caminar en esperanza.

Acción: Durante este fin de semana dediquemos un tiempo a preparar el “portal de Belén” o “nacimiento”, en nuestro hogar o bien en nuestro lugar de trabajo.  Y seleccionemos algún texto de la lectura de la palabra de Dios para leerla ante él.

                                                             José-Román Flecha Andrés