1Jn 2,3-11
Lc 2,22-35
Cuando
se cumplieron los días (…), llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al
Señor (…) En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón (…) El
Espíritu Santo estaba con él y le había hecho saber que no moriría sin ver
antes al Mesías (…) Simeón fue al templo. Y cuando los padres del niño entraban
(…), Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios diciendo: “Ahora, Señor, tu
promesa está cumplida: ya puedes dejar que tu siervo muera en paz. Porque he
visto la salvación que has comenzado a realizar ante los ojos de todas las
naciones, la luz que alumbrará a los paganos y que será la honra de tu pueblo
Israel”. El padre y la madre estaban admirados de lo que Simeón decía acerca
del niño (…). Simeón les dio su bendición y dijo a María: “Mira, este niño está
destinado a hacer que muchos en Israel caigan y se levanten. Será un signo de
contradicción que pondrá al descubierto las intenciones de muchos corazones.
Pero todo esto va a ser pata ti como una espada que te atraviese el alma”.
Preparación: Seguramente estos días posteriores a la fiesta de la Navidad
nos llevan a fijar nuestra atención en lo aspectos más festivos que encierra.
Pero las lecturas bíblicas nos llevan a prestar atención a la Palabra de Dios.
Lectura: Empezamos
a leer la primera carta de Juan. Un escrito que nos ayudará a reflexionar sobre
la divinidad de Jesús y sobre su mensaje de amor. En el evangelio de hoy
volvemos a considerar la figura de Simeón.
Él nos lleva a preguntarnos si hoy descubrimos a los profetas que nos
ayudan a interpretar la historia de cada día a la luz de la voluntad de Dios. Simeón
anuncia a María que Jesús será como una bandera discutida. Y así ha de ser y
así es en este momento en que vivimos. Además
seguimos reflexionando sobre la familia. Pero hoy no nos fijamos tanto en sus
problemas de convivencia o de trabajo. Nos preguntamos si nuestras familias son
capaces de escuchar la palabra de Dios y de aceptarla.
Meditación: La escena de la presentación de Jesús en el templo de
Jerusalén nos lleva a considerar la figura del anciano Simeón. Es un hombre
justo. • Simeón es como el gozne o el eje de un díptico en cuyas portezuelas se
representan el tiempo de la Ley y el tiempo del Espíritu. El texto sugiere que
la experiencia de los años lleva a los mayores a ver con más claridad los
planes de Dios. • En segundo lugar, este episodio nos pregunta si somos capaces
de descubrir a Dios en la vida ordinaria que pasa ante nosotros. • Y en tercer
lugar, venos que las palabras de Simeón vinculan el nacimiento de Jesús con el
misterio de su entrega por nosotros.
Oración: Padre
nuestro, envíanos tu Espíritu para que nos ayude a ver los acontecimientos de
cada día a la luz de la fe, para que descubramos siempre la presencia salvadora
de Jesús entre nosotros. Amén.
Contemplación: Hoy nos trasladamos espiritualmente al templo de Jerusalén.
Vemos llegar a los peregrinos. Vemos cómo realizan los ritos prescritos por la
ley. Escuchamos las palabras de Simeón. Y pedimos a Dios que nos conceda la
capacidad de asomarnos ante el misterio, como María y José.
Acción: Rogamos
a Dios por nuestras familias. Especialmente tenemos presentes sus dificultades
para vivir humanamente y para vivir de acuerdo con la fe cristiana.
José-Román Flecha Andrés