domingo, 28 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA- LUNES 1ª SEMANA DE NAVIDAD


1Jn 2,3-11
Lc 2,22-35

Cuando se cumplieron los días (…), llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor (…) En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón (…) El Espíritu Santo estaba con él y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías (…) Simeón fue al templo. Y cuando los padres del niño entraban (…), Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios diciendo: “Ahora, Señor, tu promesa está cumplida: ya puedes dejar que tu siervo muera en paz. Porque he visto la salvación que has comenzado a realizar ante los ojos de todas las naciones, la luz que alumbrará a los paganos y que será la honra de tu pueblo Israel”. El padre y la madre estaban admirados de lo que Simeón decía acerca del niño (…). Simeón les dio su bendición y dijo a María: “Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan y se levanten. Será un signo de contradicción que pondrá al descubierto las intenciones de muchos corazones. Pero todo esto va a ser pata ti como una espada que te atraviese el alma”.  

Preparación: Seguramente estos días posteriores a la fiesta de la Navidad nos llevan a fijar nuestra atención en lo aspectos más festivos que encierra. Pero las lecturas bíblicas nos llevan a prestar atención a la Palabra de Dios.

Lectura: Empezamos a leer la primera carta de Juan. Un escrito que nos ayudará a reflexionar sobre la divinidad de Jesús y sobre su mensaje de amor. En el evangelio de hoy volvemos a considerar la figura de Simeón. Él nos lleva a preguntarnos si hoy descubrimos a los profetas que nos ayudan a interpretar la historia de cada día a la luz de la voluntad de Dios. Simeón anuncia a María que Jesús será como una bandera discutida. Y así ha de ser y así es en este momento en que vivimos. Además seguimos reflexionando sobre la familia. Pero hoy no nos fijamos tanto en sus problemas de convivencia o de trabajo. Nos preguntamos si nuestras familias son capaces de escuchar la palabra de Dios y de aceptarla.  

Meditación: La escena de la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén nos lleva a considerar la figura del anciano Simeón. Es un hombre justo. • Simeón es como el gozne o el eje de un díptico en cuyas portezuelas se representan el tiempo de la Ley y el tiempo del Espíritu. El texto sugiere que la experiencia de los años lleva a los mayores a ver con más claridad los planes de Dios. • En segundo lugar, este episodio nos pregunta si somos capaces de descubrir a Dios en la vida ordinaria que pasa ante nosotros. • Y en tercer lugar, venos que las palabras de Simeón vinculan el nacimiento de Jesús con el misterio de su entrega por nosotros.     

Oración: Padre nuestro, envíanos tu Espíritu para que nos ayude a ver los acontecimientos de cada día a la luz de la fe, para que descubramos siempre la presencia salvadora de Jesús entre nosotros. Amén.

Contemplación: Hoy nos trasladamos espiritualmente al templo de Jerusalén. Vemos llegar a los peregrinos. Vemos cómo realizan los ritos prescritos por la ley. Escuchamos las palabras de Simeón. Y pedimos a Dios que nos conceda la capacidad de asomarnos ante el misterio, como María y José.  

Acción: Rogamos a Dios por nuestras familias. Especialmente tenemos presentes sus dificultades para vivir humanamente y para vivir de acuerdo con la fe cristiana.

                                                                              José-Román Flecha Andrés