2 Sa
7,1-5.8b-12.14ª.16
Rm 16,25-27
Lc 1,26-28
DICIEMBRE
21
A los seis
meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a
visitar a una joven virgen llamada María que estaba comprometida para casarse
con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró donde
ella estaba, y le dijo: “¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está
contigo”. Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba
qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “María, no tengas miedo, pues
tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le
pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios
altísimo: y Dios el Señor lo hará rey, como a su antepasado David, y reinará
por siempre en la nación de Israel. Su reinado no tendrá fin”. María preguntó
al ángel: “¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?”. El ángel
le contestó: “El Espíritu Santo se posará sobre ti y el poder del Dios altísimo
se posará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado
Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel, a pesar de ser anciana, va a
tener un hijo; la que decían que no podía tener hijos está encinta desde hace
seis meses. Para Dios no hay nada imposible”. Entonces María dijo: “Soy la
esclava del Señor. ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho!”. Con esto, el
ángel se fue.
Preparación: Sabemos que
en estos días del solsticio de invierno, los romanos y otros pueblos,
celebraban fiestas en honor del sol. La quinta de las antífonas mayores del
Adviento proclama a Jesucristo como el
verdadero Sol que nos transmite el esplendor de la eternidad y de la vida, al
tiempo que ilumina a los que malvivimos envueltos en injusticias de muerte.
Lectura: El profeta
Natán anuncia al rey David que Dios consolidará el trono de su realeza. En la
promesa hay unas palabras que van más allá del primer heredero: “Yo seré para
él un padre y él será para mí un hijo”. La fe nos dice que esas promesas se
realizan en Jesús, el Mesías de Dios. En Él se mantiene el cetro de David. De
nuevo se procama hoy el relato de la anunciación a María. El evangelio según
san Lucas recobra aquella promesa de Natán y la ve actualizada en las palabras
que el ángel dirige a María. Jesús, su hijo, reinará por siempre y su reinado
no tendrá fin. Ante tal Rey, María se presenta como al humilde esclava del
Señor.
Meditación: Jesús es el
Rey enviado por Dios al final de los tiempos. Como dijo el Papa Francisco en la
fiesta de Cristo Rey del año 2013, Cristo es el centro de la creacion, puesto
que en vista de Él fueron creadas todas las cosas, para que en Él quedaran
reconciliadas. Es también el centro del pueblo de Dios, el hermano en torno al
cual se reúne la familia de los hijos de Dios, el que cuida de todos nosotros
al precio de su vida. Y Él es, finalmente, el centro de la humanidad y de la
historia de todo hombre, que en él puede encontrar misericordia y perdón, aun
en los momentos más difíciles. “Jesús es el centro de nuestros deseos de gozo y
salvación”.
Oración: “Oh Sol que
naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven ahora a
iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte”.
Contemplación: En este día
contemplamos a Jesús como nuestro Rey y Señor.
Creemos y confesamos que por el hijo de María Dios nos invita a su Reino
de gracia y de salvación. En el Hijo de María
podemos descubrir la dignidad real de cada uno de los hijos de Dios. Con
Él, por Él y en Él damos gloria y alabanza a Dios. Y contemplando a Jesús, contemplamos también a su Madre. Tras recordar este misterio de la
Anunciación a María, el día 8 de
diciembre de 2013, el Papa Francisco concluía: “Mirémosla a ella, nuestra
Madre,y dejémonos mirar por ella, porque es nuestra Madre y nos quiere mucho;
dejémonos mirar por ella para aprender a ser más humildes, y también más
valientes en el seguimiento de la Palabra de Dios, para acoger el tierno abrazo
de su Hijo Jesús, un abrazo que nos da vida, esperanza y paz”.
Acción: Hoy podemos mirar a
nuestro alrededor y descubrir en las noticias de cada día el poder del mal que
esclaviza a tantas personas por medio de la seducción del tener, el poder y el
placer. Examinemos nuestra propia conciencia. Y veamos si podemos colaborar de
algún modo concreto a la llegada del Reino de Dios que se anuncia en el
nacimiento de Jesús.
José-Román Flecha Andrés