sábado, 6 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA - DOMINGO 2ª SEMANA DE ADVIENTO.B


Is 40,1-5.9-11
2Pe 3,8-14
Mc 1,1-8: “¡Preparad el camino del Señor!”

DICIEMBRE 7

Principio de la buena noticia de Jesucristo, el Hijo de Dios. El profeta Isaías habia esrito: “Envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor; abridle un camino recto!” Sucedió que Juan el Bautista se presentó en el desierto bautizando a la gente. Les decia que debían convertirse a Dios y ser bautizados para que Dios les perdonase sus pecados. De toda la region de Judea y de la ciudad de Jerusalén salian a oirle. Confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán. Juan iba vestido de ropa hecha de pelo de camello, que se sujetaba al cuerpo con un cinturón de cuero y comían langostas y miel del monte. En su proclamación decía: “Después de mí viene uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para destar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo”.

Preparación: El Adviento es tiempo de espera y de esperanza. La fe no cierra nuestros ojos ni nos hace ingenuos.  A nuestro lado vemos un panorama de  error y de corrupción, de pecado y de obstinación. Y, como consecuencia,  percibimos a nuestro alrededor un sentimiento de tristeza y desesperanza. Pero la Palabra de Dios nos invita en este tiempo a descubrir el sentido de nuestra vida. Y nos exhorta a preparar el encuentro con el Dios de la misericordia.

Lectura: La segunda parte del libro de Isaías comienza con un oráculo que anuncia el final del destierro de Israel: “Consolad, consolad a mi pueblo -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén…” El Señor anuncia el regreso de su pueblo a la tierra de sus antepasados. E invita a imaginar el camino del retorno: “En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios”. Dios mismo buscará a su pueblo y lo devolverá a la tierra de la libertad.  El principio el evangelio de Marcos, que se leerá durante este año, se sitúa en la línea de esas memorias de Israel. Juan Bautista exhorta a su pueblo a la conversión. Él bautiza a las gentes, pero el bautismo que él administra es solo un anuncio de otro bautismo definitivo: “Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias”. Si Juan bautiza con agua, otro vendrá a bautizar con el Espíritu de la Santidad. 

Meditación: Los cristianos hemos sido bautizados en el nombre del Padre que nos ha dado el ser y nos ha manifestado su amor; en el nombre de Jesucristo que nos ha rescatado de la esclavitud y nos ha ganado la libertad: y en el nombre del Espíritu Santo, que nos guía hacia la verdad competa. Meditar esa nueva dignidad que nos ha sido concedida ha de llevarnos a la conversión. A preparar los caminos para la llegada del Señor a nuestra conciencia y a nuestra casa, a nuestra familia y a nuestra sociedad.

Oración: Padre nuestro celestial, que manifiestas tu salvación en todo tiempo y en todo lugar, concédenos esperar con alegría  el nacimiento de tu Hijo Jesús, que nos revela tu misericordia interminable y el amor del Espíritu Santo. Amén.

Contemplación: Contemplamos a Juan Bautista en el desierto de Judea. Y nos detenemos a recordar nuestros propios desiertos. Significan para nosotros el alejamiento de Dios. Son un signo de dolor. Pero también son un signo de alegría y de esperanza. En los desiertos nos ha buscado y nos busca continuamente  Dios. Contemplemos con gratitud su amor de Padre. Ahora se nos pide allanar los valles y abajar las colinas, enderezar lo torcido e igualar lo escabroso. El Adviento nos lleva a facilitar el encuentro con Dios.


Acción: La segunda carta de Pedro nos exhorta hoy a esperar y apresurar la venida del Señor. ¿Hemos escuchado esa exhortación? A nuestro alrededor tal vez hay personas que se han alejado de Dios. Nos preguntamos si nosotros no habremos motivado su huida o dificultado su retorno. Y, sobre todo, nos preguntamos si podemos hacer algo para “prepararle un camino al Señor”.
                                                          José-Román Flecha Andrés