TOMÁS, UN CREYENTE PARA HOY
Tomás es el
único discípulo que parecía decidido a subir con Jesús a Jerusalén y afrontar
su suerte y su muerte. No era un cobarde. Así lo demuestra la exhortación que
dirige a sus compañeros: “Vayamos también nosotros a morir con él” (Jn 11,16).
En la
conversación que sigue a la última cena, Tomás se dirige a Jesús, diciendo:
“Señor, nosotros no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?”. Esa interpelación da pie a una de las más
bellas y profundas declaraciones de Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la
vida” (Jn 14, 5-6).
Tras la
muerte de Jesús, Tomás parece ausentarse del grupo de los discípulos. Entonces
se les muestra Jesús. Tomás no es un incrédulo. Tal vez se muestra más que
molesto ante el entusiasmo de quienes no estaban dispuestos a aceptar la muerte
de Jesús y anuncian jubilosos su resurrección.
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi
dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré»
Así es la
oración de Tomás. Decepcionado por la aparición de Jesús a los apóstoles
mientras él estaba ausente ( Jn 20, 24-29).
En la boca
y en la pluma de los profetas, la oración refleja muchas veces el desencanto y hasta el enojo ante el
desarrollo de unos acontecimientos cuyo sentido no acierta a descubrir el elegido por Dios.
Así ocurre
en este caso. El orante Tomás no es un creyente fatalista y fácilmente
contentadizo. Lamenta haber estado ausente en el momento de la visita del
Señor.
Con todo,
ante la manifestación del mismo Jesús, Tomás prorrumpe en una oración que, en
su brevedad, es la síntesis de la fe cristiana:
«Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28).
La oración
de Tomás ha de ser recordada en los momentos de turbación por los que sin duda
habrán de pasar los agentes de la evangelización. Solicitados por ocupaciones
impostergables, tenemos con frecuencia la sensación de haber faltado a deberes
sagrados inherentes a nuestra vocación.
La figura
del apóstol Tomás es especialmente atrayente en nuestros días. Su fe refleja la
de muchos cristianos y su oración se hace eco de muchos sentimientos
escondidos.
- Dios
todopoderoso, que tu apóstol santo Tomás nos ayude con su protección, para que
tengamos en nosotros vida abundante por la fe en Jesucristo, tu Hijo, a quien
tu apóstol reconoció como su Señor y su
Dios. Amén.
José-Román
Flecha Andrés