domingo, 1 de junio de 2014

LECTIO DIVINA-LUNES 7ª SEMANA DE PASCUA-A


Hch 19,1-8
Jn 16,29-33

Entonces dijeron sus discípulos: “Ahora estás hablando con claridad, sin usar comparaciones. Ahora vemos que sabes todas las cosas y que no es necesario que nadie te haga preguntas. Por esto creemos que has venido de Dios”. Jesús les contestó: “¿Así que ahora creéis? Pues llega la hora, y ya es ahora mismo, cuando os dispersaréis cada uno por su lado, y me dejaréis solo. Aunque no estoy solo, puesto que el Padre está conmigo. Os digo todo esto para que encontréis paz en vuestra unión conmigo. En el mundo habréis de sufrir, pero tened valor, yo he vencido al mundo”.

Preparación: En su exhortación La alegría del Evangelio,   el Papa Francisco nos recuerda que, por comprensible que sea el anuncio, la fe siempre conserva un aspecto de cruz y alguna oscuridad que impide aceptarla con firmeza (n.42). El evangelio que hoy se proclama es una buena prueba de esa dificultad que ya probaron los discípulos de Jesús y experimentamos también nosotros.

Lectura: Según los Hechos de los Apóstoles, Pablo se encuentra en Éfeso unos discípulos que ni siquiera habían oído hablar del Espíritu Santo. Tras la catequesis y el bautismo desciende sobre ellos el Espíritu como en un nuevo Pentecostés. En el relato evangélico, los discípulos se refieren a las mismas preguntas que poco antes habían deseado dirigir a Jesús. Se muestran sorprendidos de que Jesús leyera su pensamiento. Pero si Jesús adivina las preguntas actuales de sus discípulos, también conoce de antemano las decisiones que han de tomar en un futuro inmediato: dispersarse y dejar solo a su Maestro.

Meditación: La soledad de Jesús nos impresiona. Aun rodeado de las multitudes se siente solo con mucha frecuencia. Según el evangelio que hoy se proclama, Jesús se encuentra entre el Padre celestial y los discípulos. El Padre no lo dejará solo en el momento de la prueba, pero los discípulos lo abandonarán.  Ya en otra ocasión Jesús había manifestado esta unión con su Padre: “El que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él” (Jn 8,29). Cada uno de nosotros hemos de preguntarnos siempre si estamos dispuestos a seguir al Señor hasta la cruz.

Oración: “Señor, derrama sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”.

Contemplación: En estas semanas del tiempo pascual nos recogemos con devoción en la “sala de arriba”, donde Jesús ha celebrado la cena de la Pascua con sus discípulos. Allí lo contemplamos hoy. Al ver que Jesús conoce sus pensamientos, los discípulos afirman: “Creemos que has venido de Dios”. La frase nos parece un poco ingenua y un tanto presuntuosa.  De hecho Jesús se muestra asombrado ante esa tardía confesión de fe. Los apóstoles Tomás, Felipe y Judas Tadeo ya nos habían sorprendido con sus intervenciones. Evidentemente, el Señor había de tener paciencia con los discípulos de entonces y con los de ahora.


Acción: Preguntarnos si no habremos dejado solo alguna vez a algún hermano o hermana que esperaba nuestra presencia a su lado. 
                                                                                                    José-Román Flecha Andrés