Felipe,
uno de ellos, se dirigió a la principal ciudad de Samaria y comenzó a hablarles
de Cristo. La gente se reunía y escuchaba con atención lo que decía Felipe,
viendo las señales milagrosas que hacía. De muchas personas salían gritando los
espíritus impuros, y muchos paralíticos y cojos eran sanados. Por esta causa
hubo gran alegría en aquella ciudad. Cuando los apóstoles que estaban en
Jerusalén supieron que los de Samaria habían aceptado el mensaje de Dios,
enviaron allá a Pedro y a Juan. Al llegar oraron por los creyentes de Samaria,
para que recibiesen el Espíritu Santo. Porque todavía no había venido el
Espíritu Santo sobre ninguno de ellos; solamente se habían bautizado en el
nombre del Señor Jesús. Pedro y Juan les impusieron entonces las manos, y
recibieron el Espíritu Santo.
1Pe
3,15-18
Honrad
a Cristo, como Señor, en vuestros corazones. Estad siempre preparados para
responder a cualquiera que os pida razón de la esperanza que tenéis, pero
hacedlo con humildad y respeto. Portaos de tal modo que tengáis tranquila la
conciencia, para que quienes hablan mal de vuestra buena conducta como
creyentes en Cristo, se avergüencen de sus propias palabras. Es mejor sufrir
por hacer el bien, si así lo quiere Dios, que por hacer el mal. Porque Cristo
mismo sufrió la muerte por nuestros pecados, una vez para siempre. Él era
inocente, pero sufrió por los malos, para llevaros a Dios. Como ser humano
murió, pero como ser espiritual volvió a la vida.
Jn
14,15-21
En aquel tiempo dijo Jesús: “Si me
amáis, obedeceréis mis mandamientos. Y yo pediré al Padre que os envíe otro
defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con vosotros. Los que
son del mundo no lo pueden recibir, porque no lo ven ni lo conocen; pero
vosotros lo conocéis, porque él está con vosotros y permanecerá siempre en
vosotros. No voy a dejaros abandonados: volveré para estar con vosotros. Dentro
de poco, los que son del mundo ya no me verán; pero vosotros me veréis, y viviréis
porque yo vivo. En aquel día os daréis cuenta de que yo estoy en mi Padre, y
que vosotros estáis en mí y yo en vosotros. El que recibe mis mandamientos y
los obedece, demuestra que me ama. Y mi Padre amará al que me ama, y yo también
le amaré y me mostraré a él”.
Preparación: Recordamos con gusto una bella
oración pronunciada por Pablo VI en una audiencia general, en el año 1969: “Te
invocamos, oh Espíritu Santo, invocamos una efusión tuya, intensificando la
invocación a ti dirigida: a ti, Paráclito; a ti, luz de los corazones; a ti,
maestro de toda la verdad; a ti, vivificador; a ti animador de la Iglesia”.
Lectura: En la primera lectura se recuerda
la predicación de Felipe. Pedro y Juan
visitan a los cristianos que él ha evangelizado en Samaría. Cuando los
apóstoles les impusieron las manos, descendió sobre ellos el Espíritu Santo. El
evangelio recoge algunas de las palabras de Jesús en el marco de la última
cena: “Si me amáis, obedeceréis mis mandamientos. Y yo pediré al Padre que os envíe
otro defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con vosotros”.
Jesús promete estar atento a las necesidades de sus discípulos. Su Espíritu
estará con ellos como el único y verdadero defensor.
Meditación: Para la fe cristiana, el Paráclito
o Abogado prometido por Jesús es un Consolador en el llanto y en las horas de
soledad. Pero no solo eso. Es también el Defensor de la comunidad y de cada uno
de los creyentes en Jesucristo. Es el Maestro y el guía en el camino de la fe.
Es el Consejero que se nos da para que viva con nosotros y habite en nosotros.
Su asistencia a la Iglesia y a los discípulos de Jesús es duradera y su fuerza
es constante y fiable.
Oración: Señor Jesús, que nos has prometido
el Espíritu de la verdad y del amor, mantén siempre abierto nuestro corazón a
su enseñanza y a sus impulsos. Amén.
Contemplación: Nos detenemos hoy a contemplar la
promesa de Jesús: • “Yo
pediré al Padre que os envíe otro defensor”. Jesús ha sido nuestro gran
intercesor, nuestro pastor, el orante que no nos olvida. Ahora intercede ante
el Padre pidiendo para nosotros otro valedor. • “Estará siempre con vosotros”.
El Mesías había sido anunciado como el Emmanuel,
o Dios con nosotros. Por medio de este otro Consolador, el Padre nos asegura la
presencia cercana y amorosa del Señor. • “Será el Espíritu de la verdad”. Jesús
se había presentado como la Verdad. Había venido al mundo para dar testimonio
de la verdad. Todos los que son de la verdad escuchan su voz. El Espíritu la
hace perceptible, la revela y la reafirma.
Acción: Nos preguntamos que pueden
significar para la evangelización esas palabras de Jesús sobre el Espíritu
Santo: “Los que son del mundo no lo pueden
recibir, porque no lo ven ni lo conocen; pero vosotros lo conocéis, porque él
está con vosotros y permanecerá siempre en vosotros”.
José-Román Flecha Andrés