FECUNDIDAD Y EDUCACIÓN
El domingo dia 3 de junio, se cerraba en Milán el
VII Encuentro Mundial de las Familias. Como se sabe, tenía como lema “La
familia, el trabajo y la fiesta”. Los medios de comunicación nos han
trasnmitido el panorama de un millón de personas que participó en la
celebración de la eucaristía que presidía Benedicto XVI.
Entre los temas que tocó en su homilía, el Papa dedicó algunas frases al
milagro de la vida, recordando que ha sido confiado por Dios al matrimonio y a la familia.
No se puede olvidar que en esa unidad de vida y
amor, los esposos están dotados de la misma dignidad, pero también de algunas
características propias y complementarias. Esta igualdad y complementariedad no
se deben a la cultura, sino a la misma naturaleza humana. Ambas cualidades
harán que los esposos puedan ser un don el uno para el otro y que puedan y deban valorarse recíprocamente.
FUENTE DE FECUNDIDAD
Cuando se habla del amor, es importante subrayar la
importancia del don. En esa comunidad de vida y amor que es el matrimonio, los
esposos no se regalan cualquier cosa ni se comunican cualquier actividad, sino
que se dan la vida entera.
Ese es el don integral que comporta y exige las
demás oblaciones que la vida les va pidiendo. Esa mutua entrega de los esposos
es fuente de fecundidad. Y eso, por muchos motivos.
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En
primer lugar, ha qye recordar que su amor es fecundo para los mismos
esposos. Su vida personal se enriquece
al desearse el bien el uno al otro y al experimentar la alegría del dar y el
recibir.
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Además,
el amor conyugal se muestra fecundo en la procreación generosa y responsable de
los hijos. La paternidad va más allá de la procreación. Tener hijos es más que
engendrarlos. La fecundidad matrimonial se continúa y se realiza en el cuidado
de los hijos y en su educación metódica y sabia.
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Y,
en tercer lugar, el amor de los esposos es fuente de fecundidad para toda la
sociedad. La vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes
sociales. Entre ellas cabe mencionar el respeto a las personas, la gratuidad de
la ecistencia, la confianza mutua, la responsabilidad moral y social, la
solidaridad y la cooperación entre las personas y entre los grupos sociales.
VALORES Y METAS
Despues de
subrayar estos aspectos de la fecundidad matrimonial, el Papa animaba a los
esposos a cuidar a sus hijos. Parecería un aviso innecesario. Pero ese cuidado es hoy specialmente urgente no
sólo para superar los peligros para su vida, su salud o su integridad físcia.
Se necesita un cuidado moral y religioso. En medio de un mundo dominado por la
técnica, los padres han de procurar transmitir a sus hijos, con serenidad y
confianza, algunos valores importantes, como las razones para vivir y la fuerza
de la fe.
En este
mundo, que parece definirse por el ocaso de las utopías, los padres han de
intentar proponer a sus hijos la posibilidad de alcanzar metas altas. Y, al
mismo tiempo, han de asumir el trabajo
continuo de sostenerles en las debilidades con las que han de contar.
He ahí un
hermoso programa ético y educativo. En él se une el aprecio por la la
fecundidad matrimonial a la responsabilidad de una educación humana integral.
José-Román Flecha Andrés