LOS SANTOS
Algunos
imaginan a los santos como personas extrañas, alejadas de la realidad. En
realidad, son hombres y mujeres que han abrazado con coherencia los valores del
evangelio. Son los seguidores del Señor. Ellos nos demuestran la posibilidad de
imitar el estilo de Jesús.
Con
los santos se proponen modelos cercanos e imitables a los cristianos y también
a todos los hombres y mujeres de hoy. Junto a los santos canonizados están los
otros. Aquellos cuya fama no ha trascendido más allá de su ambiente familiar o
laboral. Los desconocidos por los medios de comunicación.
Ellos
han seguido con sencillez y fidelidad su vocación y han manifestado la alegría
de la gracia. Han vivido la fe, han contagiado la esperanza y han hecho del
amor la norma de su vida. Y ello, no para ser simpáticos ni eficaces, sino
porque así era Jesucristo.
Los santos y santas de Dios son los mejores hijos de la Iglesia. La prueba de que es posible vivir el proyecto de Dios. Son el icono más bello de la dignidad humana. Las arras de la esperanza. El anticipo de la gloria que nos ha sido prometida.
ALABAR Y AGRADECER
En
esta solemnidad de Todos los Santos se proclama el mensaje de las
bienaventuranzas pronunciadas por Jesús (Mt 5,1-12). En ellas se nos revelan el
rostro de Dios y el espíritu que animaba a Jesús.
Además,
nos dicen cuáles son las notas que caracterizan a los que forman parte de su
Iglesia. Y nos orientan hacia la patria celestial. Con sus promesas de futuro
recogen las mejores aspiraciones y esperanzas del corazón humano.
Las
bienaventuranzas no desprecian la tierra en la que viven, trabajan y sufren los
hijos e hijas de Dios. Pero nos invitan a recordar que nuestra verdadera
vocación y dignidad trasciende los logros de nuestras manos y supera el malogro
que nos aflige.
A la luz de este mensaje, la Iglesia manifiesta en la eucaristía de hoy las razones que tiene para alabar y dar gracias al Señor nuestro Dios: “Hoy nos concedes celebrar la gloria de tu ciudad santa, la Jerusalén celeste, que es nuestra madre, donde eternamente te alaba la asamblea festiva de todos los santos, nuestros hermanos”.
RECUPERAR LA ESPERANZA
Las
bienaventuranzas nos invitan a recuperar la esperanza y a caminar hacia la
felicidad que todos deseamos.
•
“Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”.
Los pobres en el espíritu no se conforman con las apariencias de riqueza,
porque sólo en Dios tienen su tesoro. Han abrazado la libertad que capacita
para vivir como hijos de Dios. A fin de cuentas, así era Jesús.
• “Dichosos los
perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los
cielos”. Los perseguidos por mantener el
más alto ideal no se dejan chantajear por los que ofrecen los espejismos del
tener del poder o del placer. También ellos han optado por la libertad. A fin de cuentas, esa fue la suerte que le
tocó a Jesús.
- “Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los Santos; concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón”. Amén.
José-Román Flecha Andrés