UN AÑO DE GRACIA
Como es habitual al comienzo del año, el día 9 de
enero el papa Francisco recibió a los miembros del cuerpo diplomático acreditado
ante la Santa Sede. En este caso, se basó en las tareas que Jesús se atribuyó
un sábado en la sinagoga de Nazaret para marcar cuatro tareas indispensables:
1. Llevar la buena noticia a los pobres.
Las miserias de nuestro tiempo son numerosas. A
pesar del progreso, el desarrollo y la riqueza, la sociedad necesita recibir
una buena noticia de esperanza y de verdad.
El progreso informático y de las comunicaciones es
beneficioso para la humanidad. Pero a veces restringe las perspectivas mentales,
simplifica la realidad, favorece los abusos, la ansiedad y el aislamiento.
Así que la comunicación, el diálogo y el compromiso
por el bien común requieren buena fe y la adhesión a un lenguaje común.
2. Vendar los corazones heridos.
La guerra es siempre un fracaso. No podemos
aceptar que se bombardeen poblaciones civiles o infraestructuras vitales para
la subsistencia.
Es necesario que el principio de humanidad rija nuestro obrar. Es preciso que cada
uno de nosotros asuma la responsabilidad de hacerse artesano de la paz.
No hay verdadera paz si no se garantiza también
la libertad religiosa, que implica el respeto a la conciencia de los individuos
y a la posibilidad de manifestar públicamente la propia fe y pertenencia a una
comunidad. Es lamentable el antisemitismo, las persecuciones contra varias
comunidades cristianas y la limitación de la libertad religiosa que se observa
a veces en Europa
Incluso allí donde no son mayoría en la sociedad,
los cristianos son ciudadanos de pleno derecho, especialmente en aquellas tierras
en las que habitan desde tiempos inmemoriales.
3. Proclamar la liberación a los cautivos.
Existen todavía muchas formas de esclavitud, como
la esclavitud laboral, la esclavitud de las toxicomanías y la esclavitud
practicada por los traficantes de seres humanos.
Además, las migraciones aún suscitan
desconfianza, en vez de ser consideradas como una fuente de crecimiento. Es fundamental
un compromiso común para que se contribuya a erradicar algunas de las causas
que inducen a las personas a emigrar.
4. Proclamar la libertad a los prisioneros.
El Papa ruega que la pena de muerte sea eliminada
en todas las naciones del mundo. Por otra parte, afirma que es preciso convertir
la deuda externa de los países pobres en políticas y programas efectivos,
creativos y responsables de desarrollo humano integral.
Finalmente, en la perspectiva cristiana, sabed que el Jubileo es un tiempo de gracia. El Papa desea que el 2025 sea para todos un año de gracia, rico de verdad, de perdón, de libertad, de justicia y de paz.
José-Román Flecha Andrés