EL GRITO DE LA HUMANIDAD
Para la Jornada Mundial de la
Paz, que se celebra el día 1 de enero, el papa Francisco ha publicado este año un
mensaje, titulado “Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz”.
1. En primer lugar nos exhorta a “escuchar el grito de la humanidad
amenazada”. En el jubileo de este año resuenan las disparidades de todo
tipo, el trato inhumano que se da a los migrantes, la degradación ambiental, la
confusión generada por la desinformación, el rechazo al diálogo, las grandes
inversiones en la industria militar. Es preciso escuchar el grito de la
humanidad para romper las cadenas de la injusticia y proclamar la justicia de
Dios. No basta algún acto de filantropía. Se necesitan cambios culturales y
estructurales duraderos.
2. Por
medio de la deuda externa algunos gobiernos e instituciones financieras de los
países más ricos explotan los recursos humanos y naturales de los países más
pobres para satisfacer las exigencias de los propios mercados. En este Año Jubilar,
el Papa invita a la comunidad internacional a emprender acciones encaminadas a
la remisión de la deuda externa. Todos somos hijos del Padre. Todos nos
necesitamos y todos nos debemos los unos a los otros.
3. Jesús nos enseñó a orar al Padre diciendo:
“Perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. En el camino de esperanza que nos ofrece este Año Jubilar
el papa Francisco sugiere tres acciones posibles.
- Condonar las deudas de los países que no pueden
devolver lo que deben. Para ello será
necesario el desarrollo de una nueva arquitectura financiera, que lleve a la
creación de un Documento financiero global, fundado en la solidaridad y la
armonía entre los pueblos.
- Promover el respeto de la dignidad de la vida
humana, desde la concepción hasta la muerte natural, para que toda persona
pueda amar la propia vida y mirar al futuro con esperanza. En particular, sugiere
la eliminación de la pena de muerte en todas las naciones.
- Utilizar un porcentaje fijo del dinero empleado
en los armamentos para la constitución de un Fondo mundial que elimine el
hambre y facilite en los países más pobres actividades educativas dirigidas a
promover el desarrollo sostenible, contrastando el cambio climático.
4. Que en el año 2025 crezca “esa paz real y
duradera, que es dada por Dios a un corazón desarmado”. Según el Papa, “la paz
no se alcanza solo con el final de la guerra, sino con el inicio de un mundo
nuevo, un mundo en el que nos descubrimos diferentes, más unidos y más hermanos
de lo que habíamos imaginado”.
Todo eso deseamos para el mundo al comienzo de este Año Jubilar en que estamos llamados a ser peregrinos de esperanza.
José-Román Flecha Andrés