LA NIÑA ESPERANZA
1. Una
vez más comenzamos el tiempo de Adviento. Solemos decir que durante las cuatro
semanas que lo componen nos preparamos para celebrar con dignidad la fiesta del
nacimiento de Jesús, nuestro Salvador. Es verdad. Y es necesario repetirlo en
este tiempo en que muchas seducciones tratan de hacernos olvidar el verdadero
sentido de la Navidad.
San Juan
de Ávila (1500-1569), declarado doctor de la iglesia por Benedicto XVI, decía
en uno de sus sermones: “Este tiempo de Adviento tiempo santo es, instituido
para aparejarse el hombre, para aposentar a Dios. Pues Dios ha de venir a
visitarnos, razón es aparejarle el corazón, para que lo halle, cuando venga,
bien aparejado”.
Usando
de nuevo esa expresión, que era popular en su tiempo, añadía: “De personas
cuidadosas es mirar cuidadosamente si está aparejada la casa cuando han de
recibir a alguna persona en ella. Pues hemos de recibir no a hombres, sino a
Dios, razón es de aparejar el alma, no vea algo que lo desagrade”.
2. Con
la celebración del primer domingo de Adviento iniciamos un nuevo año litúrgico.
Durante cuatro semanas iremos preparando nuestro corazón para celebrar el
nacimiento de Jesús. Preparamos el belén, el pesebre o el nacimiento, como nos
lo ha aconsejado el papa Francisco.
• El
Adviento significa algo más que la preparación para la celebración del
Nacimiento de Jesús. En este tiempo se resume de alguna manera toda nuestra
existencia.
• El
tiempo del Adviento es una hermosa oportunidad para descubrir la belleza y la
riqueza de la virtud teologal de la esperanza.
• El
tiempo de Adviento nos ayuda, además, a considerar nuestra vida como una
peregrinación. El Adviento es una exhortación para que vivamos como los
peregrinos, que van siguiendo con paciencia un camino para alcanzar la meta de
su vida.
3.
Creyentes y no creyentes, todos vamos haciendo camino al andar. Pero los
cristianos queremos hacerlo motivados por la esperanza.
El poeta
Charlas Péguy ponía en la boca de Dios una imagen sorprendente. La niña
esperanza camina de la mano de sus dos hermanas mayores: la fe y la caridad.
Sin embargo, ya no se sabe si ellas conducen a la pequeña, o es ella la que
guía y arrastra a sus dos hermanas mayores. “Esta niña esperanza atravesará los
mundos”, dice Dios.
En
vísperas del Jubileo del año 2025, el papa Francisco nos invita a transformar
los “signos de los tiempos” en signos de la esperanza. En esta época de
desaliento, la esperanza nos ayuda a mirar confiadamente el futuro. Pero no
puede alejarnos de los compromisos y las tareas del presente.
Estamos dispuestos a recordar que esperar es operar. Que la niña esperanza nos mantenga despiertos y activos en el trabajo que nos ha sido confiado por el Señor de la historia.
José-Román Flecha Andrés