PROVERBIOS SOBRE LA SABIDURÍA
1.
“El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor” (Prov 1,7). Este es un
pensamiento capital en la espiritualidad de Israel. Con él se abre
prácticamente el libro de los Proverbios. Y así lo amplía un salmo: “El
principio del saber es temer al Señor; es sabio de verdad el que así vive, su
alabanza perdura para siempre” (Sal 111,10).
Job
coloca en los labios de Dios estas palabras dirigidas al hombre: “Mira, el
temor del Señor es la sabiduría; y huir del mal es la inteligencia” (Jb 28,28).
Ahora bien, la sabiduría bíblica no es erudición. Es aceptar el proyecto de
Dios. Y el temor de Dios no es el miedo al tirano, es el respeto a aquel que
ama al hombre y le muestra su misericordia.
2.
“Confía en el Señor con todo el corazón, y no te fíes de tu propia sabiduría”
(Prov 3,5). También la confianza en Dios es un tema habitual en la
espiritualidad de Israel. Así suena la petición del salmista en su oración:
“Que en ti confíen los que veneran tu nombre, porque no abandonas, Señor, a los
que te buscan” (Sal 9,11).
En
otras ocasiones, el piadoso israelita manifiesta haber iniciado ya ese camino
de confianza y de gratitud: “Yo confío en tu bondad; conoceré la alegría de tu
salvación y cantaré al Señor que me ha tratado bien” (Sal 13,6).
El
hombre que confía en su propio poder o en su propio saber se pierde a sí mismo.
Este proverbio bíblico es una exhortación a depositar la confianza humana en la
bondad divina.
3.
“No te creas el más sabio: ten el temor del Señor y mantente alejado del mal”
(Prov 3,7). Este proverbio bíblico nos exhorta a crecer en el temor de Dios, es
decir en el respeto, el aprecio y la aceptación de su voluntad.
La
altanería, la soberbia y la presunción son tentaciones muy habituales.
Demasiadas veces nos consideramos los mejores de nuestra comunidad. Y nos
gloriamos de nuestros bienes, de los honores que hemos recibido o de la
sabiduría que nos atribuimos a nosotros mismos.
Nada
de eso puede darnos la seguridad. Solo Dios basta. Claro que no basta con alimentar
esa confianza. Hay que dar pasos concretos para alejarse del mal y obrar el
bien. Esa es la verdadera sabiduría.
4.
“Feliz el mortal que encontró la sabiduría, el hombre que obtuvo la
inteligencia” (Prov 3,13). En la Biblia son muy importantes las
bienaventuranzas. Al declarar feliz a una persona se manifiesta la importancia
del valor que ha abrazado o de la actitud que manifiesta en la vida.
Este
proverbio bíblico no proclama feliz y bienaventurado al que ha conseguido mucho
dinero. Tampoco se alaba la suerte de quien ha logrado escalar puestos de
importancia social.
Es feliz el que ha encontrado el tesoro que verdaderamente vale. Y ese tesoro no es otro que la sabiduría. Es decir, es feliz la persona que ha descubierto cuál es la voluntad de Dios y trata de acomodar a ella su propia vida.
José-Román Flecha Andrés