EL PASTOR Y SUS OVEJAS
“¡Ay
de los pastores que dispersan y dejan perecer a las ovejas de mi rebaño!” (Jer
23,1). Es sorprendente este lamento que el profeta Jeremías pone en la boca de
Dios. El Señor se preocupa por la suerte que amenaza a sus ovejas, cuando los
pastores no son responsables.
La experiencia nos dice que Dios es
silencioso, pero la fe nos enseña que no es neutral. El Señor se cuida de su
pueblo y promete reunir sus ovejas y conducirlas a los mejores lugares de
pasto. Es más, desea confiarlas a unos buenos pastores para que las libren del
temor, de la dispersión y de los peligros. El texto del profeta añade que
“ninguna se perderá”.
En
medio de la turbación que atenaza a nuestra sociedad, proclamamos con el salmo
responsorial la misericordia que nos salva: “El Señor es mi pastor, nada me
falta” (Sal 22).
En un mundo marcado por las diferencias y los conflictos, confesamos que Jesucristo ha venido a derribar el muro de enemistad que separaba a Israel de los demás pueblos (Ef 2,13-18). Hoy pedimos los dones de la paz y la concordia.
LA BÚSQUEDA DEL MAESTRO
El
domingo pasado el evangelio decía que Jesús envió a sus discípulos a predicar,
a liberar del demonio a las gentes y a sanar a los necesitados. Hoy
contemplamos el retorno de los discípulos, que dan cuenta a su Maestro de lo
que han hecho y enseñado (Mc 6,30-34).
•
En primer lugar, hemos de valorar la decisión de Jesús de llevar a sus
discípulos a un lugar solitario. No solo pueden descansar de su misión, sino
que han de reflexionar sobre la misión de su propio Maestro.
•
Por otra parte, el texto evangélico anota que las gentes reconocen a Jesús y a
sus discípulos. Se sugiere con esa sencilla observación que el Maestro y sus
discípulos suscitan ya una cierta curiosidad.
• Finalmente, observamos que los que reconocen a Jesús no quedan anclados en su comodidad y en su rutina. Se ponen en camino y se adelantan por tierra en búsqueda de Jesús y sus discípulos, allí donde ellos pensaban encontrar un lugar de descanso.
HUÉRFANOS Y DESORIENTADOS
Pues
bien, al desembarcar, Jesús vio a la multitud y se compadeció de ella, “porque
andaban como ovejas que no tienen pastor”. Esta observación es válida también
para nuestro tiempo y para el lugar en el que vivimos.
•
“Como ovejas sin pastor”. Con esa frase tan gráfica se describe con toda
claridad la situación de las gentes que salen al encuentro de Jesús. Evidentemente
no podían encontrar amparo ni esperanza en el imperio romano o en la religión y
el culto de Jerusalén.
•
“Como ovejas sin pastor”. Pero esa misma frase refleja muy adecuadamente la situación
de la sociedad actual. Seducida por las modas y por el consumo las gentes
parecen haber perdido la orientación y el sentido de su existencia.
•
“Como ovejas sin pastor”. Esa situación es propia de los nuevos paganos de hoy.
Pero también es la de muchas personas bautizadas, que declaran ser creyentes no
practicantes para terminar avergonzándose también de ser creyentes.
- Señor Jesús, tú conoces nuestros sentimientos. Tú sabes que con mucha frecuencia nos sentimos huérfanos y desorientados. Solo tú te compadeces de las ovejas perdidas y descarriadas. Sabemos que tú nos buscas y nos esperas. Concédenos la alegría de encontrarte.
José-Román Flecha Andrés.