UNA DIFÍCIL MISIÓN
“Vidente: vete, huye al territorio de Judá. Allí
podrás ganarte el pan, y allí profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a
profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino” (Am
7,12-13).
Amasías
es sacerdote del templo de Betel, pero se constituye en portavoz del reino de
Israel. No está dispuesto a aceptar a Amós como un profeta. Lo ve tan solo como
un charlatán o un iluminado que ha llegado al reino del norte para ganarse la
vida. Y con toda brusquedad, lo quiere devolver al reino del sur. Es claro que
la religión se ha aliado con el poder.
Amós
era un boyero, un pastor. Había llegado a Samaría para vender sus terneros, no a
hacer política. Pero allí había encontrado un panorama de injusticias y de
inmoralidad. Y invitaba a las gentes a convertise y a practicar el bien y la
justicia. Pero un hombre sincero como él resultaba molesto al rey y al
sacerdote.
También hoy, los profetas son muy mal vistos. Son denigrados, expulsados o asesinados. Así que haremos bien en repetir con el salmo responsorial: “Muéstranos, Señor tu misericordia y danos tu salvación” (Sal 84). Que el Señor nos ayude siempre a escuchar la palabra de la verdad, es decir, el evangelio de nuestra salvación (Ef 1,13).
TRES ACCIONES PARA LA MISIÓN
En el evangelio de Marcos se evocan unas
notas importates que distinguen a los verdaderos discípulos del Maestro (Mc
6,7-13). Se nos dice que Jesús elige a
los suyos y los envía a una misión, que se puede distinguir por tres acciones:
• En primer lugar, los discípulos han de
salir a predicar la conversión. Eso significa anunciar el bien, denunciar el mal y proponer a todos un camino
diferente.
• Además, han de expulsar los demonios. El
mal no es una idea, pero hoy se concentra en ideologías aparentemente
liberadoras y en proyectos que nos deshumanizan.
• Finalmente, han de acercarse a los enfermos, ungirlos con aceite y curarlos. Ahora como entonces, los discípulos han de repetir la actitud del buen samaritano.
FIDELIDAD Y LIBERTAD
Jesús no pretende ocultar a sus discípulos las
dificultades que van a encontrar. Sabe
que la misión no será fácil para ellos. Y les advierte: “Si un lugar no os
recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio
contra ellos”.
• Muchos de los oyentes están
convencidos de que no necesitan la salvación. Tratarán de mostrar a los
discípulos que ni siquiera les interesa escuchar sus palabras. Los que han
decidido rechazar el mensaje de la salvación, rechazarán sin duda al mensajero.
• La fe no puede impedirse, pero tampoco
ha de imponerse por la fuerza. La libertad del misionero se hace evidente en su
desprendimiento. Así que los discípulos de Jesús han de sentirse siempre
libres, aun en los peores momentos de la misión.
• Sin embargo, quien vive de acuerdo con
unos valores que no son los habituales, nunca pasará inadvertido. De hecho,
llamará siempre la atención. Ese testimonio de su vida es el principio de la
evangelización, como ya escribió Pablo VI.
- Señor Jesús, nosotros te damos gracias porque nos has elegido y nos has enviado a anunciar tu mensaje, con nuestro comportamiento y con nuestras palabras. Tú sabes que con frecuencia nos sentimos débiles ante la misión. Que tu Espíritu nos conceda la fortaleza para vivir contra corriente y para anunciar tu mensaje con fidelidad y libertad. Amén.
José-Román Flecha Andrés