ESPERANDO
A LOS MAGOS
Sin embargo, las costumbres seculares o las nuevas
oleadas culturales pueden hacernos olvidar el profundo sentido de la fiesta de
la Epifanía o Manifestación del Señor.
Sería oportuno recordar que, precisamente el día
6 de enero del año 1967, fiesta de la Epifanía del Señor, el papa Pablo VI
celebraba la santa misa en la basílica de San Pedro, en el Vaticano. En aquella
ocasión había decidido manifestar públicamente el interés de la Iglesia católica
por acercarse a las gentes de China.
Aquel deseo no estaba motivado por intereses
políticos o económicos. Tampoco se debía a un pretendido proselitismo
religioso. En aquella solemne celebración, el Papa trataba de exponer a los
fieles la última motivación de la fiesta de la Epifanía, es decir, de la
manifestación de Cristo a la humanidad.
No es de extrañar que en medio de su homilía
exclamara Pablo VI: “¡Cuánta luz contiene este hecho, este misterio!… Os sugerimos
considerar la Epifanía como la fiesta de la vocación de los pueblos, de todos
los pueblos, sin distinción, a la misma salvación y a la misma fortuna”.
Según él, los jóvenes seminaristas que le escuchaban, procedentes
de China y de otros muchos países y residentes en el Colegio de Propaganda
Fide, podían compararse a los Magos de Oriente. Estaban llamados a descubrir
que la venida de Dios al mundo estaba destinada a repetirse en nuestro tiempo y
en todos los lugares de la tierra.
El papa Pablo VI expresaba su deseo de que “la Epifanía, es decir
la manifestación de Cristo, nos ilumine a todos, nos dirija a todos por el
camino de la verdad, de la justicia, de la fraternidad y de la paz, que nos
salve a todos”.
Había transcurrido un año y un mes desde la clausura del Concilio
Vaticano II. Era un buen momento para preguntarse cómo había de difundirse por
el mundo el mensaje del Evangelio que había resonado en aquella asamblea. ¿Cómo
había que promover aquellos valores morales que dignifican a la humanidad?
Pasados los años, y teniendo en cuenta el actual panorama del mundo, nos preguntamos cómo recobrar el sentido de la Epifanía. Hoy esperamos a los Magos. Sabemos que tendrán que evitar las asechanzas de los Herodes actuales. Pero confiamos en que nos traigan los dones que pueden hacernos más humanos y mejores creyentes.
José-Román Flecha Andrés