EL MIEDO Y LA
VERDAD
El día 6 de octubre de este año
2023 se inicia en Italia un nuevo curso de la Escuela Nacional de Doctrina
Social. Su programa está encabezado por un título muy sugestivo: “Verdaderas y
falsas emergencias, verdaderas y falsas conversiones”.
El profesor Stefano Fontana lo
presenta afirmando que las emergencias son “una forma de ejercer el poder, fomentando
el miedo que inmoviliza la inteligencia y solo pide protección”.
La experiencia de la pandemia y
su utilización para manipular a los ciudadanos de todo el mundo nos ha
recordado una lección que habíamos aprendido, leyendo la famosa obra “El miedo
a la libertad”, de Erich Fromm.
Ya sabemos que “el miedo
inducido paraliza al ciudadano, lo empuja a actitudes irreflexivas y
ritualistas, lo moviliza contra un enemigo hipotético, lo recluta para la
guerra organizada por el poder, apaga su capacidad crítica, culpa a la disidencia,
induce a la denuncia y divide el campo en dos facciones, incluso dentro de las
familias”.
Siempre se ha dicho que
“el miedo es libre”. Pero sería un error
afirmar que el miedo es liberador. Muchos de nosotros podemos reconocer que
estas observaciones se han hecho realidad y han generado unas consecuencias que
nunca habríamos imaginado.
Aunque no lo parezca, el miedo genera soledad. “Con
el miedo inducido, el ciudadano se ve empujado a unirse, pero permanece solo y
aislado, porque el miedo se apodera de los sentimientos. Con la mascarilla te
sientes como un montón de gente, pero debajo de la mascarilla te sientes solo”.
Las dictaduras del siglo pasado
y las dudosas democracias del presente nos enseñan que es fácil manipularnos.
Pero parece que no nos duele. Al contrario, ese miedo colectivo “genera el
placer de ser controlados, registrados, perfilados, limitados en libertad y nos
dispone a aceptar cualquier resultado, siempre y cuando la emergencia termine”.
El miedo inducido por la
emergencia crea rebaños dóciles. Y ese es el éxito que se busca. Según Fontana,
“las falsas emergencias no solo quieren ciudadanos obedientes. Quieren
ciudadanos devotos que crean en el valor absoluto de la prevención a cualquier
precio”.
Lo peor es que esas falsas
emergencias pretenden ocultar las verdaderas emergencias, esas que siempre han
sido denunciadas por los profetas auténticos, nunca escuchados y siempre perseguidos.
Las verdaderas emergencias nos
llevan a retomar el contacto con la
naturaleza humana y con sus fines. Se las conoce porque denuncian el falso orden
del desorden. Proponen la verdad y la bondad y se oponen a la falsificación de
la lógica y de la moral.
Es importante tener en cuenta
que todas las verdaderas emergencias se centran en última instancia en la
emergencia de la verdad. Y bien sabemos que solo “la verdad nos hará libres”
José-Román Flecha Andrés