EL CAMINO DE LOS MAGOS
La
fiesta de los Magos se conoce en la
liturgia con el título de la “Epifanía del Señor” o su “manifestación como
Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo” (CCE 528).
Los
Magos llegan hasta Jerusalén guiados por una estrella. Con razón Lope de Vega
les dedica unos versos impagables: “Reyes,
que venís por ellas, no busquéis
estrellas ya, porque donde el Sol
está, no tienen luz las estrellas”.
En los "Magos" todos los pueblos se acercan de algún modo al Salvador. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica , “la llegada de los magos a Jerusalén para rendir homenaje al rey de los judíos (Mt 2,2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica de la estrella de David (cf Nm 24,17; Ap 22,16), al que será el rey de las naciones (Nm 24,17-19)” (528).
UN
ITINERARIO DE FE
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Mirar con ojos nuevos las señales de la naturaleza. A través del mundo creado
se muestra la majestad del Creador.
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Ponerse en camino, abandonando las formas habituales de la propia instalación.
Sólo un corazón peregrino puede llegar a la verdad.
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Interrogar a las Escrituras, cuando los signos de la naturaleza se muestran
ambiguos o desconcertantes. La ciencia no es enemiga de la fe y la fe puede
ayudar al que busca.
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Seguir el itinerario, a pesar de las dificultades. La esperanza ha de superar
tanto la tentación de la desesperanza cuanto la de la presunción.
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Dar razón de los propios ideales y de la propia fe cuando llegue el momento de
justificar las opciones más importantes de la vida.
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Estar dispuestos a adorar con toda sinceridad al Señor, ofreciéndole lo mejor
de nuestras vidas.
- Volver a los compromisos concretos con un talante renovado y por un camino nuevo que refleja el milagro de la conversión.
EL SENTIDO DEL CAMINO
La pregunta de
los Magos resume el sentido de su camino: “¿Dónde está el Rey de los judíos que
ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” (Mt 2,2).
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“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?” Al piadoso israelita muchos
le preguntaban: ¿Dónde está tu Dios? El
creyente de hoy no debería despreciar esa pregunta. Él mismo tendrá que
formulársela muchas veces.
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“Hemos visto salir su estrella”. Dichoso aquél que, como los Magos, preste atención
a las señales que Dios envía de su presencia. Los creyentes particulares y la
Iglesia entera harán bien en tratar de atisbar las huellas del misterio
presentes en el mundo.
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“Venimos a adorarlo”. He ahí la última
meta de todos nuestros caminos. A fin de cuentas, nuestros éxitos inmediatos
poco importan si no nos llevan a reconocer la grandeza del Absoluto. Solo Él desenmascara
la pretendida majestad de todos los ídolos.
- “Señor, tú que en este día revelaste a tu Hijo Unigénito a los pueblos gentiles por medio de una estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe poder contemplar un día, cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria”. Amén.
José-Román Flecha Andrés