UN
ENCARNIZAMIENTO TANATOLÓGICO
Hay que reconocer que la eutanasia es un
concepto utilizado en diversos sentidos. De todos ellos sobresale el
significado siguiente: ayudar a morir una muerte serena o tranquila mediante la
abreviación intencionada del proceso de morir.
Se habla de eutanasia negativa cuando se
quiere aludir a la omisión planificada de los cuidados que probablemente
prolongarían la vida sin esperanza del enfermo incurable. La eutanasia positiva se refiere a la
institución planificada de una práctica encaminada a provocar la muerte del
enfermo en una situación terminal y antes de que el desenlace llegue por sí
mismo.
El juicio ético sobre la eutanasia,
cuando la decisión es tomada por una persona distinta del mismo paciente, es
relativamente fácil.
Según Paul Sporken, "la decisión de
vivir o morir es una decisión tan sumamente personal que nadie la puede tomar en nombre de otro, y mucho menos sin su
saber y consentimiento. Por lo tanto, toda eutanasia activa decidida por otra
persona constituye necesariamente una transgresión inadmisible contra el
derecho de la persona humana, aun en el caso en que este ser humano ya no sea
capaz de manifestar su voluntad”.
Se considera como distanasia el afán
desmesurado de prolongar artificialmente
la vida humana terminal.
Mientras que se juzga inmoral todo
procedimiento eutanásico, se considera éticamente aceptable, en determinadas
condiciones, un procedimiento antidistanásico: es decir, la renuncia a utilizar
medios y tratamientos extraordinarios, que hoy se prefiere calificar como
“desproporcionados”, para mantener al paciente en vida cuando se encuentra ya
en un estado terminal.
Este juicio tiene especial aplicación
cuando se comprueba que ya ha tenido lugar
la "muerte clínica", es decir la muerte irreversible de la
corteza cerebral. Aun cuando no se haya comprobado la muerte clínica, a veces
la reanimación no logra otra cosa que la prolongación de una vitalidad parcial,
casi exclusivamente vegetativa. En esos
casos pueden aplicarse las palabras que ya en 1957 pronunciara el papa Pío XII:
"Si es evidente que la tentativa de
reanimación constituye, en realidad, para la familia tal peso que no se le puede
en conciencia imponer, ella puede insistir lícitamente para que el médico
interrumpa sus intentos, y el médico puede condescender lícitamente con esa
petición. No hay en este caso ninguna disposición directa de la vida del
paciente, ni eutanasia, la cual no sería
lícita”.
Al dejar morir a Vincent Lambert por la
retirada de los derechos humanos a la alimentación y la hidratación, se han
ignorado muchos elementos para un discernimiento razonable sobre el respeto a
la vida humana.
Algunos calificaron el caso como un
“encarnizamiento terapéutico”. Otros afirman que lo que ha habido ha sido un
verdadero “encarnizamiento tanatológico”.