LA LECCIÓN DE LA ESCRITURA
“Andad, comed buenas tajadas y bebed vino dulce”. Esas
palabras no son el pregón de una fiesta
egoísta, sino abierta a los demás y a Dios. A continuación, el pregonero invita
a su pueblo a compartir su comida con los más pobres.: “Enviad porciones a
quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios”.
Ese es el mensaje que se pone en boca de Nehemías, el
gobernador, de Esdras, el sacerdote y letrado y de los levitas que sirven al
Señor. El pueblo de Israel ha regresado ya del exilio padecido en Babilonia y
celebra con júbilo la fiesta de los Tabernáculos. Con esa ceremonia se puede
decir que nace el Judaísmo (Neh 8,2-10).
Proclamado en la liturgia cristiana de hoy, este
relato subraya la importancia de proclamar y escuchar en la asamblea la palabra
de Dios. En ella encuentra la comunidad
la luz del Señor y la fuerza para recorrer el camino de la vida. Con razón
añade el texto: “No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra
fortaleza”.
El salmo responsorial canta que “la ley del Señor es
perfecta y es descanso del alma” (Sal 18,8). Las palabras del Señor son
espíritu y vida para todos los miembros de esta Iglesia. Para este nuevo
pueblo, organizado por Dios como un cuerpo, en el que todos los miembros se
complementan unos a otros (1 Cor 12,12-30).
UNGIDO Y ENVIADO
También el evangelio nos introduce en una escena
semejante, aunque mucho más humilde. Jesús ha empezado a enseñar en las
sinagogas de la comarca de Galilea, acompañado por la buena acogida y la
alabanza de las gentes.
Un día regresa a Nazaret, la aldea donde se había
criado. Como era su costumbre, también allí
acudió el sábado a la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura.
El texto del evangelio de Lucas reconstruye minuciosamente la escena (Lc
4,16-21). Jesús lee un pasaje contenido en el libro de Isaías en el que se
contienen tres puntos de una misma profecía:
• El Espíritu de Dios reposa sobre el Mesías y lo unge
para la misión. No se olvide que “Mesías” y “Cristo” se pueden traducir
precisamente por el “Ungido”.
• La unción del Espíritu lo prepara para una triple
misión: liberar a los cautivos, sanar a
los enfermos y anunciar una buena noticia a los pobres.
• El Mesías es enviado a proclamar ante su pueblo la
celebración del jubileo, es decir, el año de gracia del Señor y de condonación
de las deudas.
PALABRA Y VIDA
Para asombro de todos sus oyentes, Jesús se limitó a
decir: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. El evangelio anotará
a continuación las reacciones de la asamblea a esta declaración de aquel al que
pensaban conocer muy bien. Pero, por ahora, la liturgia de este día nos invita
a detenernos ahí.
• “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.
Estas palabras contienen una revelación. Efectivamente, en Jesús se cumplían
las antiguas profecías. Él era y es el Mesías enviado por Dios. Su misión es
liberadora y sanadora.
• “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.
Estas palabras se cumplen también en la realidad presente de la Iglesia.
Enviada por Dios, ha de hacerse cargo de los marginados anunciar a los pobres
el mensaje de su dignidad y propiciar la reconciliación universal.
• “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.
Estas palabras nos recuerdan que la Escritura Santa no es una reliquia del
pasado. Es una voz que nos invita a la escucha. Es un mensaje que resuena vivo
y activo para cada uno de nosotros.
- Señor Jesús, te reconocemos como el Mesías enviado
por Dios para nuestra salvación. Que la lectura de la Palabra de Dios, alimente
nuestra fe, llene de gozo nuestra fiesta, nos lleve a compartir nuestros bienes
con los demás y nos ayude a descubrirte presente entre nosotros. Amén.
José-Román Flecha Andrés