lunes, 7 de enero de 2019

CADA DIA SU AFÁN 12 de enero de.2019

            LA ESTRATEGIA DEL MIEDO
Durante el año 2018 se han repetido por todas partes los comentarios y las celebraciones en recuerdo del final de la Primera Guerra Mundial. En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del día 1 de enero de 2019, el papa Francisco ha mencionado  a los jóvenes caídos durante aquellos combates y a las poblaciones civiles devastadas.
La experiencia y la memoria de la guerra nos enseñan que “la paz jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo”. Sin embargo, parece evidente que en muchos lugares de la tierra se vive hoy en aquel clima del miedo al que ya aludía el papa san Juan Pablo II en su primera encíclica Redemptor hominis.
Pues bien, en esta ocasión, el papa Francisco escribe que “mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad”. La amenaza puede y suele ir más allá de los límites que podrían mantenerla bajo control. Según él, “el incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las armas son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia”.
El miedo es siempre un mal consejero. Y sugiere decisiones desesperadas. “El terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz. No son aceptables los discursos políticos que tienden a culpabilizar a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza”.
Es preciso cambiar nuestra mentalidad y aprender un nuevo modo de relacionarnos. De hecho, “la paz se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas”.
En este contexto, el Papa dirige su pensamiento  a los niños que viven en las zonas de conflicto.  No deberíamos olvidar que “uno de cada seis niños sufre a causa de la violencia de la guerra y de sus consecuencias, e incluso es reclutado para convertirse en soldado o rehén de grupos armados”. Es un dato que con frecuencia es silenciado.
En consecuencia, una buena política nacional e internacional ha de tener en cuenta el fenómeno del miedo y de la amenaza, así como el drama de la emigración. Y no olvidar la tragedia de las vidas de los niños que son destrozadas por quienes se empecinan en continuar alimentando los conflictos  armados y las guerras. 
Si la guerra estalla muchas veces por la imprevisión de algunos o la altanería y la ambición de otros, la paz es tarea de todos. Nadie puede ignorar sus causas ni sus dramáticas consecuencias. Si ya nos hemos olvidado de los tiempos de la guerra fría, no deberíamos ignorar los peligros a los que nos conduce la estrategia del miedo.
                                                                                 José-Román Flecha Andrés