LA ESPERANZA
Nuestra
esperanza está en Cristo, porque en Él se ha completado ya
lo que se
nos ha prometidoy que
nosotros esperamos conseguir.
San Agustín, Contra Fausto, 11,7.
1ª Estación: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
El pueblo esperaba una liberación
inmediata, fulgurante. Habían aguardado mucho tiempo en vano. Y habían puesto
en Jesús sus ilusiones y esperanzas. Pero se sintieron defraudados por el
profeta de Nazaret. Quizá por eso pidieron a gritos su muerte. Quizá por eso
prefirieron a Barrabás. La esperanza de una vida mejor les impidió abrazar la
esperanza de la vida verdadera.
– Jesús Maestro,
enséñanos a mantener los altos ideales, a pesar de las dificultades.
– Jesús Hermano,
acompaña a los que se ven defraudados en sus expectativas.
–
Jesús Señor, perdona tú nuestras impaciencia por alcanzar las metas más altas.
2ª Estación: JESÚS SALE AL CAMINO CON LA
CRUZ
El camino es una de las grandes metáforas
de la vida humana. A través de los caminos, Abel el nómada, se descubrió a sí
mismo. En los caminos, también Abraham descubrió a su Dios. Caminando por el
desierto, las tribus de Israel se descubrieron como pueblo elegido por Dios.
También Jesús de Nazaret ha vivido por los caminos. También para morir tiene
que ponerse en actitud caminante.
– Jesús Maestro,
enséñanos a vivir siempre en camino como Tú has vivido.
– Jesús Hermano,
acompaña tú los pasos de los inquietos y de los buscadores.
– Jesús Señor,
confesamos con fe que Tú eres a la vez nuestro camino y nuestro guía.
3ª Estación: JESÚS CAE
POR PRIMERA VEZ
En el camino de
la esperanza humana, la primera caída es siempre la de la pereza.
Así ocurrió en otro tiempo. La añoranza de las tierras de Egipto mantenía inmóviles
a los antiguos esclavos. No le fue fácil a Moisés moverlos a abandonar la
comodidad para echarse al riesgo de los caminos que se abrían en el desierto.
Sin embargo, Jesús venció esta tentación. Y nosotros no podemos quedarnos
instalados en la comodidad.
– Jesús Maestro,
enséñanos a vivir una esperanza activa y comprometida.
– Jesús Hermano,
acompaña a los que se deciden a comenzar cada día una nueva tentativa.
– Jesús Señor,
perdona Tú esa cómoda poltronería que nos invita a no arriesgar nada.
4ª Estación: JESÚS
ENCUENTRA A SU MADRE
También María de
Nazaret tuvo que salir una vez a los caminos en busca de Jesús. Su esperanza se
le convirtió entonces en inseguridad. Lo encontró cuando era todavía
adolescente en el Templo, rodeado por los hombres de la Ley. Igual que ahora lo
encuentra en las calles de Jerusalén, azuzado por los hombres de la Ley.
También hoy, por los caminos del mundo, los buscadores de la Verdad, se
encuentran con los hombres de la Ley.
– Jesús Maestro,
enséñanos a buscar la verdad, sin desalentarnos por las dificultades.
– Jesús Hermano,
acompaña a los que andan perdidos o desconcertados por la propaganda.
– Jesús Señor,
perdona tú nuestro legalismo y la sequedad que mata nuestra vida.
5ª Estación: JESÚS ES
AYUDADO POR EL CIRENEO
«Los gozos y
esperanzas de los hombres son también los gozos y esperanzas de los
cristianos», ha dicho el Concilio Vaticano II. En realidad, también las
tristezas y las angustias deberían sernos comunes. En el camino de la vida no
podemos evadirnos de nuestra responsabilidad ante el dolor humana. También los
hombres y mujeres de hoy esperan encontrar en cada uno de nosotros un Cireneo.
– Jesús Maestro,
enséñanos a crear un mundo de esperanzas para todos los marginados.
– Jesús Hermano,
acompaña con tu fuerza a todos los que deciden ayudarnos.
– Jesús Señor,
descúbrenos siempre que «tu carga es ligera» y que hemos de llevar las cargas de
nuestros hermanos.
6ª Estación: LA
VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
Su nombre
significa «verdadera imagen». Gracias a la leyenda, se ha convertido en símbolo
de todos los seguidores de Jesús. Ellos saben que por todas partes pueden ir
descubriendo las «semillas de la Palabra». Las encontrarán dondequiera que
florezcan la verdad, la bondad y la belleza. Y, sobre todo, cuando alivien el
dolor de sus hermanos. La osadía de la Verónica es un gran modelo para la
esperanza cristiana. No nos permite desmayar en la búsqueda del rostro de
Cristo.
– Jesús Maestro,
enséñanos a «dar razón de la esperanza» siempre que se nos pida.
– Jesús Hermano,
acompaña con tu gracia a los que buscan tu rostro por el mundo.
– Jesús Señor,
perdona que llamemos prudencia a la cobardía que nos impide salir a tu
encuentro en
los pobres.
7ª Estación: JESÚS CAE
POR SEGUNDA VEZ
En el camino de
la esperanza, la segunda caída es la de la desesperación.
Puede ser trágica o trivial. Se confunde con el desaliento de los que piensan
que nunca han de alcanzar la meta. Por eso abandonan el riesgo del caminar y
buscan otras ocupaciones más placenteras. El pueblo de Israel sucumbió a esta
tentación ante el anuncio de los exploradores enviados por Moisés a la tierra
prometida. También Jesús debió de sentir esta prueba ante la dureza de los
suyos. Nosotros abandonamos la llamada de la esperanza y nos «divertimos» con
otros sucedáneos.
– Jesús Maestro,
enséñanos a vivir una esperanza humilde y renovada cada día.
– Jesús Hermano,
acompaña tú a todos los que se sienten desalentados y cansados.
– Jesús Señor,
perdona tú la facilidad con que aceptamos el fracaso de nuestras esperanzas
mejores.
8ª Estación: JESÚS
CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
El Pueblo de
Israel había sido llamado a vivir pendiente de las promesas de Dios. Durante el
camino por el desierto había aprendido a vivir de la esperanza comunitaria. Las
mujeres de Jerusalén son como la imagen del fracaso de todo un pueblo. Ellas
recuerdan a Jesús que muchas veces las esperanzas de los pueblos mueren
aplastadas por la opresión o por la rutina. Y Jesús lo siente por ellas y por
el pueblo al que representan sin saberlo.
– Jesús Maestro,
enséñanos a vivir de una esperanza común, compartida y solidaria.
– Jesús Hermano,
acompaña a los que sueñan por su pueblo y sufren el peso de esos sueños.
– Jesús Señor,
fortalece con tu gracia la esperanza de los débiles, los cansados y los
decepcionados.
9ª Estación: JESÚS
CAE POR TERCERA VEZ
Hay todavía otro
gran pecado que nos acecha en el camino de la esperanza: la tercera caída es la
de la presunción. La altanería de los que piensan que ya han
logrado todas las metas y por eso abandonan la fatiga del caminar. Apenas
pasado el Mar Rojo, el pueblo de Israel quiso permanecer tranquilo entre las
fuentes y palmeras del primer oasis. Jesús presenció muchas veces la satisfecha
seducción de los suyos. También nosotros creemos haber llegado a la meta de la
experiencia humana y de la vivencia religiosa. Hasta creemos que nunca ha
habido cristianos mejores que nosotros.
– Jesús Maestro,
enséñanos a vivir de una esperanza humilde y dinámica.
– Jesús Hermano,
acompaña y reprende a los que se sienten demasiado satisfechos de sus logros.
– Jesús Señor,
perdona tú el pecado de habernos creído nuestras fantasías y nuestras altivas ilusiones.
10ª Estación: JESUS ES
DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
Los fariseos
ponían la santidad en las filacterias que añadían a sus vestidos. Jesús ha de
soportar el ser desnudado públicamente. Las ropas y los vestidos no constituyen
la grandeza de la persona. La esperanza no puede confundirse con el «tener»:
hunde sus raíces en los abismos del ser. La esperanza no brota del optimismo,
sino que vive en la pobreza y la gratuidad. En el alma de los pobres y de los
despojados.
– Jesús Maestro,
enséñanos a no confiar en nuestras cosas, por magníficas que parezcan.
– Jesús Hermano,
acompaña a los pobres de esta tierra, es decir a los que han sido
empobrecidos.
– Jesús Señor,
perdona esa farisaica ostentación con que pretendemos cubrir nuestra vaciedad.
11ª Estación:
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
A los lados de
Jesús crucificaron a dos malhechores. El tormento es el mismo, pero su suerte
es diferente. El suplicio de la cruz a uno le hace perder la esperanza. Y al
otro se la enciende como en una plegaria: «Acuérdate de mí cuando estés en tu
Reino». La realidad puede ser la misma para unos y para otros. La esperanza nos
da unos ojos diferentes para ver más allá de la más dolorosa realidad.
Precisamente por eso, la oración está siempre unida a la esperanza.
– Jesús Maestro,
enséñanos a descubrir los planes de Dios en los acontecimientos de la vida.
– Jesús Hermano,
acompaña con tu misericordia a los que mueren aparentemente sin sentido.
– Jesús Señor,
«acuérdate de todos nosotros ahora que vives en tu Reino».
12ª Estación:
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
En la mañana
pascual, camino de Emaús, dos discípulos desilusionados confesaban abatidos:
«Nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel». Evidentemente, la
muerte de Jesús en la cruz es un momento de crisis para las esperanzas humanas.
Pero él nos revela que era preciso recorrer el camino del dolor. Sólo tras la
escucha de la palabra del resucitado y después de compartir su mesa puede nacer
la verdadera esperanza. Dichoso el que puede exclamar: «Salve Cruz, nuestra
única esperanza».
– Jesús Maestro,
enséñanos la sabiduría impensable y difícil de tu Cruz
– Jesús Hermano,
acompaña a los que se ven obligados a afrontar una muerte injusta.
– Jesús Señor,
perdona tú a los que siguen todavía condenando a muerte a sus hermanos.
13ª Estación:
JESÚS ES PUESTO EN BRAZOS DE SU MADRE
Poco antes de
morir en la cruz, Jesús ha dejado a su Madre al cuidado del discípulo amado y
ha confiado al discípulo a la atención amorosa de su Madre. Desde entonces,
María es modelo para la esperanza de la Iglesia peregrinante. Por eso, el
pueblo de Dios sigue invocándola con los nombres de «Vida, dulzura y
esperanza». Junto a ella, el Pueblo de Dios desea vivir en la fidelidad a la
palabra de Dios y espera la glorificación de todo lo humano.
– Jesús Maestro,
enséñanos a confiar siempre en la Palabra de Dios, como tu Madre.
– Jesús Hermano,
acompaña con tu gracia los que ofrecen esperanza a los abatidos y
humillados.
– Jesús Señor,
mantén viva y operante la esperanza de tu Iglesia peregrina.
14ª Estación:
JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
Para Jesús, bajar
al sepulcro fue la consecuencia lógica de su Encarnación. El grano de trigo
aceptaba pudrirse en el surco para producir nueva vida. Esa derrota era la
promesa de una primavera de nuevas mieses. Sólo a partir de la resurrección
será comprensible el camino de Jesús de Nazaret. Sólo en la resurrección cobra
aliento la inverosímil esperanza de los hombres. Porque Jesús es la esperanza y
el esperado.
– Jesús Maestro,
enséñanos a esperar cada día contra toda esperanza.
– Jesús Hermano,
acompaña por el camino de la vida a todos los que se consideran fracasados.
– Jesús Señor,
perdónanos por prestarnos a actuar como sepultureros de las mejores esperanzas
humanas.