UN FUTURO COMPARTIDO
“Crear un futuro compartido en un mundo
fracturado”. Ese fue el lema del encuentro del Foro Económico Mundial, reunido en
Davos, Suiza, los días 23-26 de enero de este año 2018. Invitada la Santa Sede a
participar en esa prestigiosa reunión, el papa Francisco envió un mensaje muy
interesante.
En
primer lugar, señalaba algo tan evidente como la creciente fragmentación entre los
Estados y las instituciones, favorecida por las nuevas tecnologías que han
llegado a este “mundo globalizado, condicionado por intereses privados y por la
ambición de beneficio a toda costa”.
Entre los nuevos problemas señalaba “el
crecimiento del desempleo, el aumento de las diversas formas de pobreza, el
aumento de la brecha socioeconómica y las nuevas formas de esclavitud”.
El Papa retomó su discurso al Parlamento Europeo
y constató “el predominio de las cuestiones técnicas y económicas en el centro
del debate político, en detrimento de una orientación antropológica auténtica”.
¿Una consecuencia de ello? “El ser humano
corre el riesgo de ser reducido a un mero engranaje de un mecanismo que lo
trata como un simple bien de consumo para ser utilizado, de modo que, cuando la
vida ya no sirve a dicho mecanismo, se la descarta sin tantos reparos”.
Pero había que mirar también al futuro. Así
que el Papa recordó a los participantes en el Foro que “es esencial
salvaguardar la dignidad de la persona humana”. Y añadió una referencia a la
dignidad y el bienestar de la familia.
Citando una vez más a Pablo VI, afirmó que “los
modelos económicos deben respetar una ética de desarrollo integral y
sostenible, basada en valores que pongan en el centro a la persona humana y sus
derechos”.
Después, el Papa incluyó un serio aviso que
nos afecta a todos: “No podemos permanecer en silencio ante el sufrimiento de
millones de personas cuya dignidad está herida, ni podemos seguir avanzando
como si la difusión de la pobreza y la injusticia no tuvieran ninguna causa”.
Nadie puede permanecer indiferente ante la
cultura del descarte y ante la indiferencia que nos invade. Hay que aumentar la calidad de la productividad,
crear nuevos puestos de trabajo, respetar las leyes laborales, luchar contra la
corrupción pública y privada y promover la justicia social, junto con la
distribución justa y equitativa de los beneficios.
Si queremos un futuro más próspero y seguro,
es necesario orientar la brújula hacia
el “verdadero Norte”, representado por los valores auténticos. “Es este el
momento de tomar medidas valientes y audaces para nuestro amado planeta. Es
este el momento adecuado para traducir en acción nuestra responsabilidad de
contribuir al desarrollo de la humanidad”.
Una aportación tan realista como oportuna a
un foro tan importante. Es de desear que estas palabras del papa Francisco no
caigan en el vacío.
José-Román Flecha Andrés