LAS CAUSAS DEL HAMBRE
Con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación,
el día 16 de octubre de 2017 el papa Francisco pronunció un importante discurso
en la sede romana de la FAO (Organización para la Alimentación y la
Agricultura).
1. Según el Papa, caemos en la tentación de
oír con indiferencia las noticias sobre el hambre o el abandono de la propia
tierra. La ciencia, la técnica y las relaciones internacionales podrían ofrecer
una solución a tantos problemas. Para evitar la plaga del hambre, hay que
superar dos graves obstáculos: los conflictos bélicos y los efectos de los cambios
climáticos.
• Ante la primera causa, “se necesita buena voluntad y diálogo para
frenar los conflictos y un compromiso total a favor de un desarme gradual y
sistemático” y acabar con el tráfico de armas”.
• En cuanto a la segunda causa, el Papa retoma
algunas de sus propuestas mas frecuentes: “un cambio en los estilos de vida, en
el uso de los recursos, en los criterios de producción”.
Así pues, “si las guerras y los cambios
climáticos ocasionan el hambre, no se la debe presentar como una enfermedad
incurable”. La experiencia nos dice que “se favorecen los conflictos y el
despilfarro, y aumenta el número de los últimos de la tierra que buscan un
futuro lejos de sus territorios de origen”.
2. Ha llamado la atención la pregunta que
formula el Papa: “¿Sería exagerado introducir en el lenguaje de la cooperación
internacional la categoría del amor, entendida como gratuidad, igualdad de
trato, solidaridad, cultura del don, fraternidad, misericordia?”.
Esas palabras traducen el término
«humanitario», tan usado en la actividad internacional. Así que “la capacidad
de amar es la vía maestra que garantiza, no sólo la seguridad alimentaria, sino
la seguridad humana en su aspecto global”. He aquí tres consecuencias:
• Amar significa contribuir a que cada país
aumente la producción y llegue a una autosuficiencia alimentaria.
• Amar exige pensar en nuevos modelos de
desarrollo y de consumo, y adoptar políticas que no empeoren la situación
de las poblaciones menos avanzadas.
• Amar significa no seguir dividiendo a la
familia humana entre los que gozan de lo superfluo y los que carecen de lo
necesario.
3. Un serio aviso a los ingenuos y los
indiferentes: nadie podrá detener a los emigrantes que tratan de huir del
hambre y de la pobreza. “Sólo una aplicación coherente del principio de
humanidad lo puede conseguir”.
Hay que prestar oído al grito de los
marginados y excluidos. Impulsar acciones y programas que combatan el hambre y
la miseria estructural. Y, además, impedir que las ayudas externas sean
desviadas por la corrupción u otros modos ilegales.
El papa Francisco pide a las instituciones
intergubernamentales, “el valor de mejorar y trabajar infatigablemente por el
bien de la familia humana”. Todos
deberíamos escucharle.
José-Román Flecha
Andrés