SINOPSIS
La soledad puede
buscarse para escaparse del mundanal ruido, disfrutar del tiempo y espacio para
reposar, la contemplación o la inspiración artística. Pero la soledad no es
dulce cuando no se busca. Cuando afrontamos el dolor del abandono o a la muerte
de los seres amados. Más aún, puede transformarse en un suplicio cuando viene
impuesta como reprimenda, y sobre todo cuando ésta cae sobre una persona
inocente. Los cristianos hemos contemplado en María el icono de la soledad
humana. La Madre de Jesús y Madre de la Iglesia atrae la vista de todos
aquellos que en alguna ocasión han sufrido la soledad como una losa y un
desierto.