EL SEÑOR ES MI PASTOR
“¿Qué tenemos que hacer, hermanos?” (Hech 2,37). Es el día de
Pentecostés. Lleno de la fuerza del Espíritu, Simón Pedro dirige su palabra a
la multitud. Anuncia a todos los oyentes que
Dios ha glorificado a Jesús, al que ellos habían conducido a la muerte.
Y esta es la pregunta que los oyentes dirigen a Pedro y a los demás apóstoles.
El texto resume en pocas
palabras el itinerario de la iniciación cristiana: anuncio de la buena noticia
sobre Cristo, atención a las preguntas de los que acogen la Palabra,
exhortación a la conversión y celebración de los sacramentos. Sin olvidar una
advertencia para escapar de esta generación perversa y para abrirse al don del
Espíritu. ¡Todo un programa de vida!
El salmo 22 (ó 23 del texto hebreo) nos prepara a la escucha del
evangelio, al proclamar la alegría de
contar con el Señor como nuestro pastor.
La primera carta de Pedro, que nos instruye en estos domingos
pascuales, nos recuerda que Jesús nos ha redimido subiendo al leño de la cruz:
“Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y
guardián de vuestras vidas” (1Pe 2,25).
EL PASTOR
El domingo 4º de Pascua nos invita cada año a ver a Jesús como nuestro
buen Pastor. En el texto que se proclama este año (Jn 10,1-10), sobresale la
alusión al seguimiento:
• El pastor llama por su nombre a las ovejas y las saca fuera del
redil. La imagen es muy sugerente. Los pastores de antes solían conocer a cada
una de sus ovejas y hasta les daban un nombre propio. Con esa imagen del pastor
se representa Jesús a sí mismo. Él conoce personalmente a los suyos y los saca
para llevarlos a buenos pastos.
• El texto supone que, al llegar la noche, las ovejas de diversos
rebaños se recogen en un redil común. Por eso el pastor llama precisamente a
las suyas, las rescata de la indiferencia y sale al campo delante de ellas. Cuando
ha sacado todas las suyas, el pastor camina delante de ellas y las ovejas lo
siguen. Hay una relación especial entre Jesús y los suyos.
• Las ovejas siguen al pastor porque conocen su voz, pero no seguirían
a un extraño. El texto sugiere que no es posible seguir al Señor si no se
conoce su voz, y recuerda el afecto que él guarda para cada uno de nosotros.
Los extraños no serán seguidos por las ovejas. Pero si alguien no sigue al
Señor que le llama, ¿no será que no conoce su voz y le resulta extraño?
LA PUERTA
De todas formas, en este año, el texto evangélico subraya también la
imagen de la puerta del redil donde se recogen las ovejas. También con ella se
identifica Jesús:
• “Yo soy la puerta de las ovejas”. Él nos garantiza seguridad y
abrigo en las noches de turbación y de tormenta. Él nos libra del miedo y de
los enemigos.
• “Yo soy la puerta de las ovejas”. Él se abre cada mañana para que
podamos “salir” de nuestros refugios. Él desea que podamos gozar de la luz.
• “Yo soy la puerta de las ovejas”. Él nos ofrece la salvación, la
verdadera libertad y los buenos alimentos que sostienen nuestra vida.
• “Yo soy la puerta de las ovejas”. Él nos advierte para que no
escuchemos a quienes no vienen por él hacia nosotros. Él nos recuerda que son
ladrones y bandidos.
- Señor Jesús, te reconocemos como nuestro Buen Pastor. Queremos oír
tu voz y reconocerla como tuya en medio de todas las voces que tratan de
seducirnos. Queremos seguirte confiada y agradecidamente todos los días de
nuestra vida. Amén. Aleluya.
José-Román
Flecha Andrés