UNA VOZ EN
GALILEA
“El Señor
ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los
gentiles”. Esas palabras de la primera
lectura de este domingo (Is 9,1-4) nos recuerdan que Dios puede siempre
derramar su luz sobre una tierra considerada como un lugar pagano. No vale
poner etiquetas a las gentes. Dios invita a caminar en la luz al pueblo que
caminaba en tinieblas.
Pero no nos engañemos. Los que caminan en tinieblas no siempre son
“los otros”, los de fuera, los lejanos. Hemos de reconocer que todos habitamos
en una tierra de sombras. Y muchos de nosotros nos hemos habituado a vivir en
las tinieblas. ¡Cómo esperamos que la luz brille en nuestra sociedad y en
nuestra propia vida!
La liturgia
responde a este vibrante anuncio del profeta Isaías con el estribillo del salmo
26: “El Señor es mi luz y mi salvación”. Esa es nuestra convicción. Y nuestra
esperanza.
Solo esa luz
de lo alto puede puede lograr que no hagamos ineficaz la cruz de Cristo. Ese es
el deseo de San Pablo que también hoy deseamos compartir (1 Cor 1,17).
GALILEA DE
LOS GENTILES
En el
evangelio que se proclama en este tercer domingo del tiempo ordinario se repite
hasta cuatro veces la mención a Galilea (Mt 4,12-23). Los peregrinos que viajan
a la Tierra Santa disfrutan de la dulzura de aquella tierra. Pero ya sabemos
que los contemporáneos de Jesús la consideraban poblada por gentes inclinadas
al paganismo.
Pues bien,
precisamente a esa región en la que se había criado, retorna Jesús después de
haber sido bautizado por Juan en el Jordán. El evangelio de Mateo subraya que
de esa forma se cumple lo que había anunciado el profeta Isaías. Ese pueblo ve
una luz grande. Todo indica que la luz que brilla en Galilea es la presencia de
Jesús.
Ahora bien,
Jesús se hace presente con su palabra. Una forma de hablar que resulta novedosa
por su autoridad y por su cercanía. Pero esa cercanía se manifiesta sobre todo
en la compasión que revelan sus acciones. “Recorría toda Galilea, enseñando en
las sinagogas y proclamando el evangelio del Reino, curando las enfermedades y
dolencias del pueblo”.
UNA DOBLE
INVITACIÓN
El relato
evangélico recoge dos de las frases que caracterizan el paso de Jesús por
Galilea. Una se dirige a toda la gente y la otra a unos pocos elegidos.
• “Convertíos
porque está cerca el reino de los cielos”. Estas palabras de Jesús no son una
amenaza a los paganos o a los que viven al modo de los paganos. Son una cordial
invitación para que todos se incorporen activamente a la gran novedad y reciban
la gracia impagable que comporta el reino de Dios.
• “Venid y
seguidme, y os haré pescadores de hombres”. Estas palabras de Jesús no son un mandamiento. No implican una
obligación. Son otra invitación a algunos pescadores del lago de Galilea para
que descubran el nuevo horizonte de su vieja profesión. Es un honor colaborar
con el Maestro que difunde la luz y la verdad.
- Señor
Jesús, te reconocemos como la luz que ilumina a todo el que viene a este mundo.
También nosotros tenemos la sensación de vivir hoy en la Galilea de los gentiles.
Enséñanos a no lamentarnos. Llámanos a cambiar nuestros esquemas mentales y
nuestras actitudes. E invítanos a seguirte para anunciar con esperanza y
alegría tu salvación. Amén.
José-Román Flecha Andrés