UN
PROYECTO MÁS ALTO
“¿Qué hombre conoce el designio de Dios, quién
comprende lo que Dios quiere? Los pensamientos de los mortales son mezquinos y
nuestros razonamientos son falibles” (Sab 9,13-14). Así comienza el texto del
libro de la Sabiduría que hoy se proclama en la primera lectura de la misa.
Un poco más
adelante, el texto nos recuerda que “apenas conocemos las cosas terrenas y con
trabajo encontramos lo que está a mano”. Con mayor dificultad conoceremos las
cosas del cielo. No es fácil adivinar el proyecto de Dios sobre nuestra vida.
Suponemos que
tampoco Filemón entendería con facilidad que la huída de su esclavo podría ser para él una ocasión para descubrir
el valor de todo ser humano y aun su propia grandeza y su verdadero señorío.
San Pablo trató de hacérselo comprender en el breve escrito con que acompañaba
el retorno del esclavo Onésimo.
EL SEGUIMIENTO
Mucho más
difícil es comprender por qué Jesús invita a dejarlo todo para seguirle a él:
“Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y
a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser
discípulo mío” (Lc 14,26).
El Papa
Francisco ha comentado estas palabras diciendo: “Jesús insiste acerca de las
condiciones para ser sus discípulos: no anteponer nada al amor por él, cargar
la propia cruz y seguirle. Jesús no quiere engañar a nadie”. Esa es la clave:
no anteponer nada al amor de Jesús. Para el discípulo nada es tan imprtante como
el mensaje del Maestro.
Evidentemente,
Jesús no niega el valor de la familia. Ni propone un masoquismo absurdo e
inhumano. Pero trata de dejar muy claro que seguirle a él exigirá siempre un
auténtico sacrificio. No es fácil dejar a un lado todo lo que consideramos
valioso. No es fácil seguirle a él por
un camino que lleva hasta la cruz.
LA CRUZ
Todos los que
tratamos de seguirle por el camino, recordemos que la propuesta de Jesús es
clara y terminante:
• “Quien no
lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío”. El mismo Papa Francisco
nos ha recordado que “seguir a Jesús no significa participar en un cortejo
triunfal. Significa entrar en su gran obra de misericordia, de perdón, de amor.
Y este perdón, esta misericordia, pasa a través de la cruz.”
• “Quien no
lleve su cruz destrás de mí no puede ser discípulo mío”. Ser discípulo de este
Maestro no significa tan sólo conocer su filosofía y su doctrina. Implica vivir
como él y estar dispuestos a morir con él. La fe no nace de un aprendizaje teórico.
Brota de un encuentro personal que compromete toda la vida.
- Señor Jesús,
de sobra sabemos que nuestros proyectos reflejan un ideal de comodidad. Pero tú
nos presentas un proyecto más alto y nos invitas a seguirte. Ayúdanos a aceptar
nuestra cruz de cada día como una parte de la tuya. Bendito seas por siempre,
Señor. Amén.
José-Román
Flecha Andrés