lunes, 30 de mayo de 2016

CADA DIA SU AFÁN 4 de junio de 2016

                                           
DAR DE COMER AL HAMBRIENTO
1. Esta primera obra de misericordia es seguramente la que primero viene a nuestra mente. Tal vez porque nuestros mayores nos han hablado muchas veces de los llamados “años del hambre”, con sus cartillas de racionamiento y sus dificultades para encontrar alimentos.
Las hambrunas de medio mundo nos causan escalofrío. Hay que reconocer un nuevo derecho como es  el de la soberanía o la autonomía alimentaria. Hay personas que piensan que  el hambre se debe a la escasez de alimentos, causada a su vez por la falta de agua o por el avance imparable de los desiertos.
Es verdad que esos fenómenos son muy preocupantes. Pero no son la única causa del hambre en el mundo. El Papa Francisco ha escandalizado a muchos al decir que no faltan alimentos. Lo que falta es responsabilidad y solidaridad.

2. El hambre aparece muchas veces en las páginas de la Biblia. Tratemos de recordar algunos datos que configura la memoria milenaria de Israel y también la de la comunidad cristiana.  
Para aliviar un tanto el hambre de los pobres, la Ley ordena a los segadores dejar en el campo algunas espigas y a los viñadores dejar algunos racimos para que puedan ser recogidos por los mas necesitados (Lev 19, 9-10; Dt 24, 19-22). Esa norma constituye el núcleo del hermoso libro de Rut.
Jesús deja claro que fue el hambre lo que movió al hijo pródigo a regresar a la saca de su padre (Lc 15, 14-17). Justo en el capitulo siguiente se nos presenta a un rico comilón que ignora escandalosamente a un mendigo llamado Lázaro, que yace junto a su puerta (Lc 16, 19-20).
Finalmente, el Señor nos revela que un día seremos juzgados por la decisión  de dar de comer al hambriento o bien de negarle esa ayuda (Mt 25, 35-42). Jesús se presenta como el rey que se identifica con el hambriento. En el nos espera el Señor. En él espera nuestra colaboración.

3. Es hora de preguntarnos qué  podemos hacer para que esta obra de misericordia
se convierta en un programa de justicia y un proyecto de fraternidad.
              Una cuarta parte de la humanidad parece ocupada en promover un consumo desenfrenado y preocupada tanto por mantener los precios como por llevar una dieta equilibrada. Mientras tanto, tres cuartas partes de la humanidad están preocupadas por no morir de hambre
Esta primera obra de misericordia nos  exige hoy informarnos de la presencia de los hambrientos en el mundo. Se nos exige conocimiento y denuncia de las causas que favorecen el hambre en un mundo marcado paradójicamente por la abundancia y por el despilfarro de los alimentos.
El hambre de pan o de arroz es una metáfora del hambre más profunda del ser humano. Hay muchas personas que tienen hambre de cultura. Y otras muchas, están hambrientas de afecto. La Madre Teresa de Calcuta decía: “En el mundo hay más hambre de amor y de ser apreciado que de pan”.
                                                                           José-Román Flecha Andrés