LA
MISIÓN DEL PROFETA
“Lucharán
contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte”. Con estas
palabras de aliento se cierra el oráculo con el que el Señor constituye a
Jeremías en profeta de los gentiles (Jer Jer 1,19).
Bien sabe él que ha sido elegido para transmitir fielmente
a su pueblo lo que Dios ha dispuesto. Habrá de interpelar a los jefes del
pueblo, pero tambien a las gentes del campo. Su mision no será fácil. Habrá de
encontrar una fuerte oposición por parte de todos. Pero el Señor saldrá en su
defensa.
Nadie acepta impunemente la mision que Dios le confía.
La historia y la experiencia nos dicen que todos los que escuchan la palabra de
Dios y tratan de transmitirla con fidelidad se encontrarán con una fuerte
resistencia.
LOS PROFETAS ANTIGUOS
El domingo pasado, el evangelio nos situaba en la sinagoga de Nazaret. Jesús
leía un texto del libro de Isaias en que se recordaba la vocación y la mision
de un profeta y se lo aplicaba a sí mismo, diciendo: “Hoy se cumple esta
Escritura que acabáis de oir” (Lc 4,21).
La traducción más habitual dice que sus oyentes
quedaron admirados de las palabras de gracia que salían de sus labios. Sería
mejor traducir que los vecinos de su pueblo quedaron escandalizados de las
palabras de misericordia que salían de su boca.
En efecto, Jesús se atribuía el mandato de proclamar
el año de gracia de parte de Dios y omitía las palabras del libro que prometian
una venganza contra los enemigos. Jesús anunciaba a un Dios compasivo y
misericordioso con todos.
Por eso recordaba que esa misma había sido la actitud
de los grandes profetas de antaño. Elías había socorrido a una viuda de Sarepta.
Y Eliseo habia curado a un militar leproso procedente de Damasco. Ambos
manifestaban la misericordia de Dios con los extranjeros.
Pero los
vecinos de Jesús no estaban preparados para aceptar ese mensaje. Su
nacionalismo era aldeano. Querían un Dios para ellos solos. No estaban
dispuestos a renunciar a la venganza contra los paganos. No podían creer en la
misericordia universal de Dios.
EL PROFETA RECHAZADO
Jesus podía haberse limitado a comentar el texto
mirando al pasado. Podía haber invitado a sus vecinos a dar gracias a Dios por
la misión de los antiguos profetas de Israel. Podía haber cantado la grandeza
de la liberacion que Dios había ofrecido a su pueblo. Pero fue más alla. ¿Cuál
había de ser la respuesta de Jesús?
• “Os aseguro
que ningun profeta es bien mirado en su tierra”. Seguramente Jesús recordaba a
Jeremías, acusado y perseguido por las gentes de su propio pueblo. Pero al
igual que él, reconocía su propia vocación profética.
• “Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba”. El que había venido para anunciar la
misericordia de Dios no pudo dar testimonio de ella en su propia aldea. Sus
vecinos creían conocerlo bien. Por eso estaban cerrados a la sorpresa. No
podían aceptar lecciones de él.
- Señor Jesús, nosotros
te reconocemos como el profeta enviado por Dios para anunciarnos su
misericordia. Líbranos del pecado de rechazarte a ti y de ignorar tu mensaje de
gracia y de salvación. Amén.
José-Román
Flecha Andrés