martes, 17 de marzo de 2015

CADA DÍA SU AFÁN 22 de marzo de 2015


DESAFAlgunas tentacionesmejor detrmplica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrÍOS DEL MUNDO ACTUAL

 Se suele decir que la Iglesia ha de adaptarse a la sociedad actual. Esa recomendación admite algunos matices. No todo lo que se nos ofrece nos conduce a la realización del proyecto de Dios. Es necesario prestar atención a la realidad social con el fin de descubrir en ella los signos del Reino de Dios.
En su exhortación La alegría del Evangelio, el Papa Francisco nos recuerda que “es preciso esclarecer aquello que pueda ser un fruto del Reino y también aquello que atenta contra el proyecto de Dios” (EG 51).
De hecho, señala algunos aspectos positivos que encontramos en los ámbitos de la salud, de la educación y de la comunicación social. Pero también recuerda que “la mayoría de hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con funestas consecuencias” (EG 52).
 El Papa enumera al menos seis consecuencias: el miedo y la desesperación, la pérdida de la alegría, el aumento de la violencia y la inequidad y  el tener que vivir con poca dignidad. Ese panorama debería suscitar en los evangelizadores no sólo una compasión personal sino también la decisión de promover el cambio de las estructuras injustas.
Entre las causas que han desencadenado esas consecuencias, menciona él los saltos producidos por el desarrollo científico y por las innovaciones tecnológicas con sus rápidas aplicaciones a la naturaleza ambiental y a la vida humana. El desarrollo científico y técnico es apreciado positivamente, pero su aplicación concreta puede producir efectos negativos.
El Papa Francisco incluye y explica cuatro propuestas de actitudes morales, que resultan verdaderamente provocativas:
• “No a una economía de la expansión”. Hoy se considera al ser humano como un bien de consumo que se puede usar y tirar. Tras la explotación y la opresión de la persona, hoy se impone su exclusión. “Los excluidos no son explotados, sino desechos, sobrantes” (EG 53).
• “No a la nueva idolatría del dinero”. La idolatría del dinero es inhumana. Las cosas no pueden ser más importantes que las personas. La tiranía del consumo, la trampa de la deuda, la corrupción y la destrucción del medio ambiente reflejan los intereses del mercado divinizado (EG 55-56).
• “No a un dinero que gobierna en lugar de servir”. Los grandes intereses determinan políticas y prácticas inhumanas. Es necesario que la economía y las finanzas vuelvan a una ética que apueste a favor del ser humano. “¡El dinero debe servir y no gobernar!” (EG 58).
• “No a la inequidad que genera violencia”. El sistema social y económico que se nos ha impuesto es injusto. Sin igualdad de oportunidades para todos, la violencia provocará una explosión. “La inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema” (EG 59).
Así pues, es necesario ejercer un discernimiento humano y evangélico sobre las ofertas que la sociedad nos presenta. No todo nos hace felices. Y no todo nos lleva al Reino de Dios.

                                                                     José-Román Flecha Andrés