LOS
NUEVOS ESCLAVOS
El
día primero del año hemos celebrado la Jornada Mundial de la Paz. El mensaje
del Papa Francisco para este año nos recuerda que “no somos esclavos, sino
hermanos”. Y, sin duda, hace falta recordar esta verdad con frecuencia.
Aunque
la esclavitud fuera legal en otros tiempos, hoy está oficialmente abolida en
casi todos los países del mundo. Sin embargo, a lo largo y ancho del planeta
todavía hay millones de personas privadas de su libertad y obligadas a vivir en
condiciones de esclavitud. El Papa menciona al menos cinco grupos de esclavos.
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En primer lugar hay que tener presentes a muchos trabajadores –incluidos los menores
de edad- que son oprimidos en todos los sectores, desde el trabajo doméstico al
de la agricultura, desde la industria manufacturera a la minería.
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Hay muchos emigrantes que sufren
el hambre, se ven privados de libertad, despojados de sus bienes, explotados
física y sexualmente, detenidos en condiciones inhumanas, obligados a vivir en
la clandestinidad, o enganchados a trabajos inhumanos para poder sobrevivir.
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Existen muchas personas obligadas a ejercer la prostitución, hay esclavos y
esclavas sexuales, mujeres obligadas a casarse, o que son vendidas con vistas
al matrimonio, y viudas que son entregadas
a otro pariente que ellas no han elegido.
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En algunos países hay niños y adultos que son víctimas del tráfico de órganos destinados a los
trasplantes; otros que son reclutados
como soldados, obligados a ejercer la mendicidad,
destinados a la producción y a la
venta de drogas, o bien incluídos en el negocio de la adopción internacional.
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Además, es bien conocido el hecho de los que son secuestrados por grupos terroristas. Otros son
utilizados como combatientes. El Papa señala que “muchos de ellos desaparecen,
otros son vendidos varias veces, torturados, mutilados o asesinados”.
Ante este panorama tan cruel como inhumano, es
obligado preguntarse qué está pasando y, sobre todo, por qué pervive en el
mundo la esclavitud. El Papa Francisco apunta a una causa muy profunda, cuando
afirma: “En la raíz de la esclavitud se encuentra una concepción de la persona
humana que admite el que pueda ser tratada como un objeto”.
Es
evidente que junto a esta razón de la sin-razón subsisten otras causas
puntuales, como pueden ser la pobreza,
el subdesarrollo y la exclusión de muchas personas, que facilitan los abusos de
las redes criminales que trafican con los seres humanos. Los medios de
comunicación nos recuerdan los abusos de
las mafias y la voracidad de los nuevos piratas.
La
Jornada Mundial de la Paz, creada por el Papa Pablo VI, debería ser una buena
ocasión para hacer un examen de conciencia. Los gobernantes han de preguntarse
qué se está haciendo y qué se puede hacer para suprimir de una vez esta lacra.
Pero todos hemos de reflexionar sobre nuestra indiferencia o complicidad con
las nuevas formas de esclavitud.
José-Román
Flecha Andrés