domingo, 30 de noviembre de 2014

LECTIO DIVINA- DOMINGO 1ª SEMANA DE ADVIENTO. B

Is 63,16b-17.19b; 64,2b-7: “¡Ah si rompieses los cielos y descendieses”.
1Co 1,3-9: “No os falta ningún don de gracia a los que esperáis la Revelación  de Jesucirsto”.
Mc 13, 33-37: “Permaneced despiertos”

NOVIEMBRE 30

En aquel tiempo dijo Jesús: “Permaneced despiertos y vigilantes, porque no sabéis cuándo llegará al momento. Esto es como un hombre que, a punto de irse a otro pais, deja a sus criados al cargo de la casa. A cada cual le señala su tarea, y ordena al portero que vigile. Así que permaneced despiertos, porque no sabéis cuándo va a llegar el señor de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana. ¡Que no venga de repente y os encuentre durmiendo! Y lo que os digo a vosotros, se lo digo a todos: ¡Permaneced despiertos!”

Preparación: El camino de la Iglesia nos lleva de nuevo a celebrar el tiempo de Adviento. En el rito romano son cuatro semanas que nos llevan a recobrar la esperanza y preparros para la fiesta del nacimiento de Jesús. Como decía San Juan de Ávila, “este tiempo de Adviento tiempo santo es, instituido para aparejarse el hombre para aposentar a Dios. Pues Dios ha de venir a visitarnos, razón es aparejarle el corazón, para que lo halle, cuando venga, bien aparejado. De personas cuidadosas es mirar cuidadosamente si está aparejada la casa cuando han de recebir a alguna persona en ella. Pues hemos de recebir no a hombres, sino a Dios, razón es de aparejar el alma, no vea algo que le desagrade”.

Lectura: En la tercera parte del libro de Isaías se inserta un anhelo que da el tono al Adviento: “¡Ah si rompieses los cielos y descendieses”. La fe cristiana nos dice que efectivamente Dios ha descendido a nuestra tierra. Él está viniendo cada día. En el Evangelio, Jesús nos exhorta a permanece atento y despiertos para que sepamos reconocer su venida y su prsencia.  Estamos llamados a vivir esperando la manifestación del Señor. La esperanza nos exige vivir despiertos, atentos a los signos de los tiempos. En cualquier momento de la historia humana y de nuestra propia vida puede hacerse evidente que el Señor está con nosotros. Hay que permaner despiertos.

Meditación: El evangelio nos recuerda que no sabemos cuándo llegará nuestro Señor.  Pero ese “no saber” no es un motivo para caer en la tentación de la “acedia” que denuncia el Papa Francisco en su exhortación “La alegría del Evangelio”. Esa ignorancia del momento de la llegada del Señor es una razón para que vivimos atento a la densidad del presente. Cada momento puede ser el de la manifestación del Señor. Así escribía Santa Teresa de Jesús: “Es menester siempre velar y orar, que no hay mejor remedio para descubrir estas cosas ocultad del demonio y hacerle dar señal que la oración”.

Oración: Señor Jesús, son muchas las cosas que nos distraen y muchas las preocupaciones que nos turban. Este tiempo nos ofrece la oportunidad de escuchar tu palabra y preparar tu venida. Deseamos descubrir en nuestra realidad concreta los signos de tu presencia. Queremos esperarte cada día. Amén.

Contemplación: Hoy contemplamos a Jesus dirigiendo esta advertencia a sus discípulos: ¡Permaneced despiertos!” Nos preguntamos cómo dntenderían sus discípulos esta llamada de atención. Y contemplamos también a la Iglesia que, en este itinerario del Adviento desea mantenerse en vela, escuchando la palabra del Señor y preparando su venida. Que la liturgia de este primer domingo de Adviento nos ayude a observar la realidad con los ojos y con el corazón. Que el Espíritu de Dios nos lleve a descubrir qué signos personales o sociales son para nosotros señales de esperanza y nos ayudan a mantenernos vigilantes.

Acción: La corona del Adviento se ha ido haciendo habitual en nuestras comunidades cristianas. Tambien en muchos hogares. Las cuatro velas significan las cuatro semanas del Adviento. Hoy encendemos la primera de las velas. Y al hacerlo nos preguntamos qué signos nos indica el camino que hemos de seguir para anunciar y preparar la venida del Señor.
                                                                                   José-Román Flecha Andrés