viernes, 25 de abril de 2014

LECTIO DIVINA -SÁBADO I DE PASCUA


Hch 4,13-21
Mc 16,9-15

Jesús, después de resucitado, al amanecer el primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue y lo comunicó a los que habían andado con Jesús, que entonces estaban tristes y llorando. Al oírla decir que Jesús vivía y que ella le había visto, no la creyeron. Después se apareció Jesús, bajo otra forma, a dos de ellos que caminaban dirigiéndose al campo. Éstos fueron y lo comunicaron a los demás, pero tampoco a ellos les creyeron. Más tarde se apareció Jesús a los once discípulos, mientras estaban sentados a la mesa. Los reprendió por su falta de fe y su terquedad, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: “Id por todo el mundo y anunciad a todos la buena noticia”.

Preparación: Durante esta primera semana de Pascua, la liturgia recuerda una y otra vez a los hermanos que han recibido el bautismo en la vigilia pascual. En la primera oración de la misa de este sábado pedimos a Dios por los que ha elegido como miembros de su Iglesia, “para que, quienes han renacido por el bautismo, obtengan también la resurrección gloriosa”.

Lectura: Las lecturas de la misa de hoy evocan la responsabilidad del anuncio del mensaje cristiano. Según la primera lectura, los dirigentes de los judíos deciden prohibir a Pedro y a Juan que vuelvan a mencionar el nombre de Jesús. Pero los apóstoles responden: “Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído”. También el evangelio evoca la decisión con la que María Magdalena comunica a los discípulos de Jesús la buena noticia de la resurrección de su Maestro. También se alude a los discípulos de Emaús. En las palabras con que concluye el evangelio de Marcos, se recuerda el encargo de hablar para extender el evangelio: “Id por todo el mundo y anunciad a todos la buena noticia”.

Meditación: Al terminar esta primera semana de Pascua nos queda muy claro que la vida y la obra de Jesús no han concluido. Los que le han seguido han de transmitir su mensaje, aun a pesar de las dificultades. En su exhortación La alegría del Evangelio, nos dice el Papa Francisco: “El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora” (n.24).

Oración: Padre nuestro, “tú que, por la resurrección de tu Hijo, quisiste iluminar el mundo, haz que tu Iglesia difunda entre todos los hombres la alegría pascual”. Por Jesucristo, nuestro Señor Resucitado que vive por los siglos. Amén.

Contemplación: Hoy contemplamos a Jesús enviando a sus discípulos a anunciar el evangelio a todas las gentes. No será fácil esa tarea. No fue fácil ya en los principios. María Magdalena no es creída por los discípulos a los que se dirige en la mañana de Pascua. Los discípulos de Jesús lo habían escuchado por el camino y lo habían reconocido al partir el pan. Pero tampoco a ellos creen los discípulos reunidos en Jerusalén. A su vez, Pedro y Juan serán rechazados por los judíos. Dos ideas se imponen en este día. Que los cristianos no tengamos que ser reprendidos por nuestra falta de fe. Y que no dejemos de anunciar el mensaje de Jesús.


Acción: Preguntarnos cómo y en qué ambientes podemos nosotros anunciar el evangelio de Jesús resucitado. 
                                                                                                José Román Flecha Andrés