martes, 5 de agosto de 2025

REFLEXIÓN - Domingo 19 del Tiempo Ordinario. C 10 de agosto de 2025

 

ESPERANDO AL SEÑOR 

“La noche de la liberación les fue anunciada a nuestros antepasados, para que sabiendo con certeza en qué promesas creían, tuvieran buen ánimo” (Sab 18,6-9). Así recordaba y agradecía Israel la intervención de Dios para liberarlo de la esclavitud que padecía en Egipto.

 En medio de las tinieblas resonó la señal de Dios para emprender el camino hacia la tierra de la libertad. En medio de nuestra oscuridad también nosotros podemos escuchar la voz de Dios que nos dirige a un ideal insospechado. Como los padres de Israel, estamos llamados a caminar en la esperanza, compartiendo con nuestros hermanos los mismos bienes y peligros. 

Con el salmo responsorial, proclamamos la fuerza de nuestra confianza en el Señor:  “Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti” (Sal 32,22).

Según la Carta a los Hebreos, nuestra esperanza se apoya en la fe en el Señor, que nos promete la libertad y la salvación: “La fe es fundamento de lo que se espera y garantía de lo que no se ve” (Heb 11,1-2).

LO QUE  LA ESPERANZA ES Y NO ES

A la memoria del pasado corresponde el mensaje evangélico sobre la libertad y la esperanza (Lc 12,32-48). En él se subrayan al menos tres virtudes: la generosidad del desprendimiento; la vigilancia en la espera y la responsabilidad en la convivencia.

• La esperanza no se entiende con la indiferencia. Si esperamos al Señor hemos de compartir con los demás nuestro tesoro. La espera es un fracaso cuando no se cultiva la fraternidad. La esperanza nos exige mantener buenas relaciones con nuestros hermanos.

 • La esperanza no se hermana con la pasividad. Si esperamos al Señor, hemos de estar despiertos y vigilantes como el centinela que aguarda el amanecer. Como los criados que aguardan el regreso de su amo, que se hará su servidor.

• La esperanza no se compagina con la glotonería. Si de verdad esperamos al Señor, hemos de mantenernos sobrios. Las mil adicciones que vamos alimentando cada día terminan por llevarnos a perder el juicio, nos degradan y nos esclavizan.  

LO QUE LA ESPERANZA COMPORTA 

El evangelio nos exhorta a vivir la urgencia y el gozo de la espera del Señor, que viene a salvarnos: “Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre?”. 

• “Estad preparados”.  No se prepara a recibir al Señor quien sucumbe a las tentaciones de la desesperanza o de la presunción. La primera nos hace creer que nunca llegaremos a la meta. Y la segunda pretende convencernos de que ya la hemos alcanzado. Las dos actitudes nos impiden seguir caminando con decisión y esperanza, con audacia y alegría. 

• “A la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre?” A veces entendemos esta frase como una amenaza. En realidad, es una advertencia para que prestemos atención a los signos de los tiempos. A la hora que menos pensamos podemos descubrir que el reino de Dios está aquí, que el Señor va haciendo camino con nosotros, “peregrinos de la esperanza”. 

- Señor Jesús, tú conoces todo lo que nos mantiene en una vergonzosa esclavitud. Sabes también que todos necesitamos la liberación. Pero nuestra libertad solo puede realizarse si te esperamos a ti, si creemos en ti, si te reconocemos a ti en nuestros hermanos más humildes y marginados.  Ayúdanos tú a mantener viva la esperanza. Amén.

                                                                                    José-Román Flecha Andrés