UNA SOCIEDAD ABIERTA
“Yo vendré para reunir a las naciones de toda
lengua” (Is 66,18). Este oráculo profético
exhorta a los judíos a imaginar el futuro que ha de seguir a la trágica
deportación a Babilonia. La experiencia del destierro puede constituir una
buena lección. Es hora de imaginar una sociedad más abierta. Dios quiere reunir
a todos los pueblos para mostrarles su gloria.
A
pesar del drama de la guerra, o precisamente por eso, también nosotros
necesitamos superar nuestros particularismos y nuestra mentalidad aldeana. Necesitamos
descubrir un horizonte universal. Solo así podremos cantar con el salmo más
breve del salterio: “Alabad al Señor todas las naciones, aclamadlo todos los
pueblos” (Sal 116,1).
Pedimos al Señor el don de la paz entre los pueblos. Pero tenemos que examinar el fondo de nuestro corazón. Tenemos que aceptar la corrección divina, puesto que Dios nos trata como a hijos que con frecuencia necesitan corrección (Heb 12,5-7.11-13).
EL BANQUETE DEL REINO
En
el evangelio que se proclama este domingo se dice que Jesús ya se va encaminando
hacia Jerusalén (Lc 13,22-30). Por el
camino alguien se acerca a preguntarle si son pocos los que logran salvarse.
• Pues
bien, a Jesús no le interesa la cuestión teórica sobre el número de los que se
salvan sino la actuación personal. Su respuesta es una exhortación a esforzarse
en entrar por una puerta que se presenta como estrecha. La salvación no es
compatible con la pereza, con la rutina, con la práctica de una fe cómoda y
satisfecha.
•
La imagen de la puerta invita al cristiano a vivir con responsabilidad. La
salvación no está asegurada por la tradición creyente de la propia familia.
Tampoco por la cercanía a los lugares religiosos ni por el conocimiento teórico
de las enseñanzas del Maestro. El Señor rechazará un día a los que hacen el mal,
sea cual sea su condición.
• Jesús denuncia la frecuente presunción de los que le siguen habitualmente. Frente a ellos, proclama la suerte futura de los que vienen del oriente y del poniente, del norte y del sur. Si hacen el bien, ellos participarán en el banquete del Reino de Dios.
EL DON DE LA SALVACIÓN
El evangelio
incluye además un proverbio popular. Seguramente Jesús lo pronunció en diversas
ocasiones: “Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”.
• La
mayor parte de los oyentes de Jesús, pensaban que, solo por pertenecer al
pueblo de Israel, tenían asegurados los primeros puestos en el reino mesiánico,
del que estaban excluidos los paganos. Pero Dios podía suscitar de las piedras
a los nuevos hijos de Abrahán.
• En
las comunidades cristianas primitivas pensaban algunos que quienes venían del
mundo judío tenían prioridad sobre los que llegaban de la cultura y las
creencias helenistas. Pero había que recordar que el evangelio es la buena
noticia para todos.
• Hoy
necesitamos descubrir que en las periferias existenciales hay personas que
están más cerca del Reino de Dios de lo que sugieren las apariencias. Seguramente
muchos de esos que parecen no creyentes precederán en el Reino a los que se
consideran “fieles”.
- Señor Jesús, sabemos que tu reino tiene dimensiones universales. Ayúdanos a superar nuestro particularismo. Y a no creer que nuestra rutina garantiza la autenticidad de nuestra fe. Solo en seguirte a ti se va concretando el don de la salvación. Bendito seas por siempre.
José-Román Flecha Andrés