miércoles, 31 de agosto de 2022

REFLEXIÓN - Domingo 20º del Tiempo Ordinario. C 14 de agosto de 2022

 

UN PROFETA DISCUTIDO 

 “Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia”. Con esta acusación cuatro dignatarios de Jerusalén  consiguen que el rey Sedecías les permita arrojar al profeta Jeremías a un aljibe en la patio de la guardia (Jer 38,4-6.8-10). Sin embargo, un extranjero llamado Ebedmélec, logra el permiso del rey para sacar a Jeremías de la cisterna.  

Con el salmo responsorial proclamamos que solo de Dios puede venir la salvación del creyente que se atreve a denunciar la injusticia: “Me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre la roca y aseguró mis pasos”  (Sal 39).

Siempre ha sido peligroso escuchar la palabra de Dios y anunciarla con fidelidad. En la carta a los Hebreos se exhorta a los seguidores de Jesucristo a seguirlo hasta la cruz: “Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado” (Heb 12,3-4).

LA PAZ Y LA DIVISIÓN

También en el evangelio que se proclama este domingo se evoca la figura de Jesús como la de un profeta discutido (Lc 12,49-53). Además, se recuerda una pregunta suya que puede parecer muy desconcertante: “¿Pensáis que he venido a traer al mundo la paz?”. En realidad eso es lo que generalmente se espera de él.

Según el anuncio de los ángeles a los pastores de Belén, Jesús había venido al mundo para traer la paz a los hombres que ama Dios (Lc 2,14). En su misión se incluía unir a los hombres y  derribar las barreras que los separaban. Pero el mismo Jesús dice que su venida suscitará con frecuencia una dramática división entre los miembros de las familias.

De hecho, la experiencia nos recuerda los conflictos que la fidelidad a la fe en Jesucristo ha creado y sigue creando. Hay personas enfrascadas en los vicios que suelen martirizar a los miembros de su propia familia que se comportan como creyentes. Algo parecido ocurre con las personas que han abandonado la fe católica para pasarse a otra confesión.

EL FUEGO EN EL MUNDO

El texto evangélico pone en boca de Jesús una frase que se refiere a la situación que se había de dar en las comunidades cristianas. Pero también refleja la misión de Jesús y su previsión de profeta: “He venido a prender fuego en el mundo”.

  Durante su vida pública, las palabras y gestos de Jesús podían compararse con el fuego. Liberaban a unos de la frialdad de su indiferencia, pero a otros los abrasaban en el deseo de acallar aquella voz profética.

• A lo largo de toda la historia el fuego ha sido utilizado una y otra vez para terminar con la vida de muchos creyentes, pero también con algunos que eran considerados como no creyentes. De hecho, el fuego ha quemado a mártires y a herejes.

• Los cristianos de hoy pedimos al Señor que venga a prender fuego a nuestra existencia. Solo él puede quemar la hojarasca del mal y calentar nuestra voluntad. Solo él puede exhortarnos de verdad a servirle a él en nuestros hermanos más necesitados.

- Señor Jesús, sabemos y confesamos que tenías razón al presentarte como portador del fuego. Te rogamos que nos purifiques de los restos del mal, para que en este mundo nuestro podamos dar testimonio de tu amor y de tu fuerza. Amén.

                                                                                       José-Román Flecha Andrés