miércoles, 31 de agosto de 2022

CADA DÍA SU AFÁN - 20 de agosto de 2022

 

DON  DE CONSEJO

Teniendo en cuenta la multitud de ofertas contrastantes que se encuentran en el mercado de las ideas, no es fácil tomar decisiones rectas. Por eso es cada vez mas difícil practicar la obra de misericordia que nos  invita a dar buen consejo al que lo necesita.

 Creyéndose bien formadas, muchas personas se resisten a pedir y aceptar consejos de los demás. Por otra parte, son pocas las personas que se prestan a dar un consejo, por temor a equivocarse y por miedo a exponerse a la crítica y a la exclusión social.

Sin embargo, el don de consejo es hoy más necesario que nunca. Muchas personas andan en búsqueda de orientación económica, política, social y religiosa. El don de consejo las ayudaría a tomar decisiones conformes con la verdad última del ser humano.

En las páginas de la Biblia se anota la importancia que tiene para la persona contar con un buen consejero. Isaías afirma que no siempre es fiable el consejo de aquellos que “al bien llaman mal y al mal llaman bien, dando oscuridad por luz y luz por oscuridad, amargo por dulce y dulce por amargo” (Is 5,20).  

Por eso el sabio advierte al discípulo para que no se deje seducir por los consejos equivocados: “Hijo mío si los pecadores te quieren seducir, no vayas” (Prov 1,10). Con frecuencia se exhorta a despreciar el consejo de los necios, como lo advierte el Sirácida: “No le pidas consejo al insensato, pues no podrá mantenerlo en secreto” (Eclo 8,18).

Según el evangelio, los discípulos de Jesús solo a él han de reconocer como verdadero consejero (Mt 23,10). Más que imponer unos mandatos a sus seguidores, Jesús prefiere ofrecerles sus consejos. Así lo hace en su diálogo con el joven rico, al que propone el ideal del seguimiento (Mt 19,19-22).

En su discurso de despedida, en el marco de la última cena, Jesús promete a sus discípulos el envío del Paráclito. Él les recordará todo lo que el Maestro les había enseñado (Jn 14,26) y los guiará a la verdad completa (Jn  16,13).

En efecto, el Espíritu orientará a los fieles y a las comunidades para que puedan seguir con fidelidad el camino que Dios les ha revelado. Según el papa san Juan Pablo II, mediante el don de consejo, el Espíritu de Dios “enriquece y perfecciona la virtud de la prudencia y guía al alma desde dentro, iluminándola sobre lo que debe hacer”.

 Teniendo en cuenta su vocación profética, los cristianos han de estar dispuestos a  denunciar la soledad en la que son abandonadas muchas  personas. En la vida concreta, es preciso tomar la decisión de ayudarlas a salir del desierto interior en que se encuentran.

 Al mismo tiempo, los cristianos tendrán que anunciar la presencia del Espíritu de Dios, sabiendo que él crea esa fraternidad universal que recuerda el papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti.

                                                                                        José-Román Flecha Andrés