ESPERAR EN LA NOCHE
“Aquella noche se les anunció de antemano a
nuestros padres para que tuvieran ánimo al conocer con certeza la promesa de la
que se fiaban”. Con esta memoria se
evoca en el libro de la Sabiduría (18,6-9) el sentimiento que sostenía al
pueblo de Israel mientras esperaba la liberación de la esclavitud que había padecido en
Egipto.
Haciéndonos
eco de aquella situación, también nosotros podemos repetir en nuestros días la
confesión que nos ofrece el salmo
responsorial: “Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y
escudo; que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de
ti” (Sal 32,20 y 22).
Por otra parte, la carta a los Hebreos nos
recuerda la fe y la esperanza que llenaron de sentido la vida de Abrahán y de
Sara, y también la confianza de Isaac y de Jacob en las promesas de Dios (Heb 11,1-2.8-19).
Pues
bien, en el evangelio que hoy se proclama reaparecen los temas de la esperanza
y de la noche (Lc 12,32-48). Jesús
exhorta a sus discípulos a vivir vigilantes en las noches de la vida.
Han de comportarse como los siervos que se mantienen en vela mientras aguardan
a su amo, aunque regrese a casa a la medianoche o a la madrugada. Dos actitudes
pueden caracterizar el espíritu de los
creyentes.
•
En el texto se incluye una bienaventuranza especial para los criados que
esperan, manteniéndose en vela. El amo se muestra tan generoso con ellos que recogerá
sus ropas con un ceñidor, invitará a sus servidores a sentarse a la mesa y él
mismo los irá sirviendo. En realidad,
cambiará los papeles habituales.
• Pero aguardar a quien ha de venir siempre es pesado. Así que algunos criados se dejan vencer por el sueño. Y otros tratan de hacer más ligera la espera, abusando de la comida y de la bebida. Eso les lleva a pelearse con sus compañeros. Esas actitudes demuestran muy a las claras el respeto que los criados tienen a su amo o la frivolidad con la que le sirven.
LA EXHORTACIÓN
Además,
el texto evangélico recoge una exhortación de Jesús que puede parecer un tanto
ambigua: “Estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo
del Hombre”. Esas palabras no implican una amenaza sino que nos ofrecen
aliento.
•
Con frecuencia entendemos esta frase como una advertencia a los descuidados. Nuestros
intereses y caprichos son una peligrosa tentación. El Señor llegará a nuestro
mundo de forma imprevista. Y seguramente nos tratará con dureza si no lo hemos
esperado, tratando de crear entre todos una cultura de paz y de armonía.
•
Pero también es posible otra interpretación. Los grandes inventos han surgido a
veces como por casualidad. También la fe es siempre una sorpresa. Muchas veces caemos
en el desaliento. Pero los cristianos hemos de tener confianza. En cualquier
momento se hará visible entre nosotros la presencia del Salvador.
- Señor Jesús, en la noche de estos tiempos marcados por la crisis nos abruma esa tiniebla que nos impide ver la luz. Pero al amanecer de cada día nos dirigimos a ti, para confesar que esperamos tu manifestación en este mundo. Que tu Espíritu nos ayude a vivir una esperanza activa y fraternal. Ven Señor Jesús. Amén.
José-Román Flecha Andrés