LA ESPERA
“A la hora
que menos penséis viene el Hijo del hombre”
(Lc 12,40)
Señor Jesús, en este momento se percibe en la sociedad toda una tendencia a
modificar nuestra comprensión del tiempo.
Por lo que se refiere al pasado, se impone la llamada cultura de la
cancelación. Dicen y repiten que es necesario borrar de la memoria todo lo que
contradice a lo políticamente correcto. Mientras tanto, se magnifica todo el
mal y todos los errores que puedan servir para denigrar a la fe.
Por lo que se refiere al tiempo presente,
se nos impone una conspiración de silencio frente a los innumerables atentados
contra la vida humana, contra la paz y contra la justicia.
Y por lo que se refiere al futuro, se
impone la utopía de un nuevo orden mundial, para el que se proyecta la disminución
de la población, con la excusa de que es necesario salvar al planeta tierra.
Ante estas tres imposiciones es muy difícil mantener una esperanza lúcida y
creativa. No es extraño que caigamos en la tentación de la desesperanza, que
con frecuencia se manifiesta en la pereza, en la indiferencia o en la violencia y el desprecio a la vida humana.
Más difícil todavía es llegar a
comprender que estamos llamados a esperarte a ti, Señor del tiempo y de la
historia. Hemos olvidado las promesas de tu manifestación. Y, por eso, vivimos
ignorando las señales de tu presencia entre nosotros.
Sin embargo, hemos de creer que a la
hora que menos pensamos tú habrás de manifestarte a nuestro mundo. Precisamente por eso, hemos de vivir prestando
atención a los signos de los tiempos que señalan la llegada de tu reino.
Señor Jesús, te rogamos que nos
envíes tu espíritu para que nos conceda el discernimiento para ver la historia
a la luz de la fe. Que nos ayude a esperarte
confiada y activamente. Y que nos sugiera las palabras y los gestos que nacen
del amor. Porque tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por los siglos de
los siglos. Amén.