ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS
Algunos
de nosotros todavía recordamos aquel día 1 de noviembre de 1950. Era Año Santo
en Roma y el papa Pío XII definía como dogma de fe la Asunción de María a los
cielos.
Al
evocar este misterio, peregrinamos virtualmente hasta la hermosa iglesia de la
dormición de María en el monte Sión, de Jerusalén, descendemos a la cripta y
nos detenemos a orar ante la imagen yacente de María.
Mentalmente
recordamos la pintura que Giotto dedicó a la Muerte de la Virgen, la grandiosa
presentación de la Asunción de María, pintada por Tiziano para el ábside de
Santa Maria dei Frari, en Venecia y la dramática representación del Tránsito de
la Virgen que nos dejó Caravaggio.
Recordamos
también la Coronación de Nuestra Señora, pintada por Rafael. Junto a la Madonna
di Foligno, que se contempla en la Pinacoteca Vaticana, flanqueando la
maravilla de la Transfiguración del Señor.
Para
pintar la coronación de María, Rafael se inspiró en los evangelios apócrifos, que
refieren el sepelio de María. Anotan además que, ante la insistencia de Tomás, llegado
de la India ya pasado el funeral, los apóstoles acceden a mostrarle el sepulcro
de María y lo encuentran vacío.
La
alusión al perfume que de él se desprende ha sido evocada por Rafael mediante
el recurso a las azucenas que nacen en el interior de aquel sarcófago.
En
esta fiesta podemos también recordar los versos de Lope de Vega: “Hoy sube al
cielo María, que Cristo en honra del suelo, traslada la casa al cielo donde en
la tierra vivía”.
A
san Juan de Ávila, esta fiesta le sugería una sencilla y poética exhortación:
“Estemos muy atentos, y no perdamos de vista a esta Señora, tan acertada en sus
caminos y tan verdadera estrella y guía de los que en este peligroso mar
navegamos”.
• La
Asunción de María a los cielos no resta ni un gramo a la gloria de su Hijo y
Señor.
•
La Asunción de María constituye una participación singular en la resurrección
de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los hombres.
• La
Asunción de María es la parábola de los proyectos desconcertantes de Dios y la
revelación de los valores no evaluados por la historia.
•
La Asunción de María anuncia la dignidad y el triunfo de la vida, aun en medio
de un mundo donde parece triunfar la fuerza y la tristeza de la muerte.
•
La Asunción de María proclama que es posible la esperanza en una sociedad a la
que es necesario ofrecer un poco de consuelo.
•
La Asunción de María promete a la Iglesia, y de paso a la humanidad entera, a
la que ella es enviada, un futuro de gloria ya anticipado en María.
• La Asunción de María es un motivo de esperanza para todos los cristianos. Para todos los que tratamos de hacer vivible y significativo nuestro camino, siguiendo de alguna forma su propio camino.
José-Román Flecha Andrés